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Vladimir Putin: de oso polar a perro chichuahua (opinión)

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EL AUTOR es escritor. Reside en Nueva York.

Prefacio

Hay un conocido y viejo refrán que reza: «perro que ladra no muerde«. Como sabemos, los refranes se construyen con un lenguaje sencillo, fáciles de entender, retener en la memoria y más aún, aquellos que utilizan a los animales. El origen de éste se ubica hace unos tres siglos y se le endilga a los campesinos de la Europa Oriental que fueron los primeros en analizar que los perros al pastorear a las ovejas, ladraban, ladraban, pero en raras ocasiones se lanzaban a morder.

Se puede colegir que el significado tangible está en la naturaleza del perro, que mientras más ladra menos muerde… Pero, ¿cuál es la razón?… Porque el perro sabe que ladrar es uno de sus mecanismos de defensa que por lo regular funciona, y evita recurrir a las mordidas. Es así e igual sucede con otros animales. Es la metáfora que se utiliza para describir a las personas que presumen, gritan o pelean y carecen de las agallas para acometer lo que alardean. Esto acaba de pasarle al oso imperial y envenenador ruso por excelencia, Vladimir Vladimirovich Putin Putina.

Como ya sabemos, el mundo ha tenido dos conflictos en la Edad Contemporánea que han puesto en vilo a las naciones en un determinado momento de su historia. El primero de ellos, fue la llamada «Crisis de los Misiles» en el mes de octubre de 1962 entre los Estados Unidos, la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y su colonia Cuba, cuando la Unión Americana descubrió la construcción de bases de misiles nucleares de alcance medio de origen soviético en la isla.

El segundo conflicto, ha sido la reciente amenaza por parte del presidente de Rusia de invadir a Ucrania – una antigua nación satélite soviética- por este país y haciendo acopio al derecho soberano que le asiste de elegir a qué organización mundial de protección militar asociarse. Obviamente, dejando claro una conducta inaceptable y de una ingerencia descarada en los asuntos interno de una nación libre y soberana, que nos demuestra las añoranzas y los deseos vehementes de él de volver a los viejos tiempos de la URSS y de su visión política e imperial de cuando él era un agente de KGB soviética.

En ambas situaciones, las cuales pudieron haber degenerado en un enfrentamiento entre varias naciones de Europa y de otras latitudes a escala mundial y de imprevisibles consecuencias para el resto de la humanidad, han sido los Estados Unidos que ha salido victorioso, fortalecido y ha dejado bien claro, que sus decisiones son una valla infranqueable a los deseos hegemónicos e imperialistas de los regímenes totalitarios y naciones enemigas de la paz y la convivencia pacífica.

Lana en Crimea

Hay un viejo dicho popular que hace alusión a lo ovino, cuyo significado hace referencia a perder en una situación en la que suponíamos conseguir algún beneficio. Para conocer su origen tenemos que remontarnos seis siglos atrás, de manera específica, al Poema de Fernán González. De igual manera, en la novela-drama «La Celestina», donde por buscar lo cómico, se cambió el «trasquilado» por «sin plumas».

El comercio pastoril con la Europa del norte era una fuente de riqueza. Las ovejas era un bien muy preciado, cuando una de ellas se perdía por azar o descuido del pastor, era casi seguro que volviera a su rebaño sin su pelo, es decir, trasquilado. Esto era una pérdida de ganancias para el dueño y por ende un hecho no  apetecido.

En 23 días, es decir, desde el 23 de febrero al 18 de marzo del 2014 y estando de inquilino en la Casa Blanca el presidente Barack Hussein Obama II Dunham, al que yo siempre he considerado muy complaciente con los regímenes totalitarios e izquierdistas, el presidente ruso Vladimir Putin Putina, por un simple capricho personal, invadió a la Península de Crimea, tras la crisis del derrocamiento del presidente ucraniano Víctor Fiódorovich Yanukóvich, anexando a la misma al territorio ruso. Fue tal su descaro, que a muchos de los soldados los mandó sin el uniforme militar, tratando de desorientar a la opinión pública que siguió -como ahora- esa acción rusa.

En esa oportunidad, es obvio que el resultado le fue favorable y la lana que fue a buscar la consiguió de manera rápida y casi sin enfrentamiento alguno. Obviamente, este tipo de gobernantes autoritarios, imperialistas y, sobre todo, que añora de nuevo ver la expansión de Rusia y el sometimiento otra vez de naciones que fueron satélites de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

El expresidente Barack Obama no hizo nada, la Europa se quedó pasmada en su accionar y el presidente Putin algo típico en este tipo de liderazgo político, no vaciló en ejecutar el plan que había elaborado. Es oportuno decir que, no solo violó la soberanía de una nación limítrofe con su frontera, sino que se burló del Memóradum de Budapest de 1994, el cual fue firmado por Rusia, el Reino Unido y Ucrania, en donde se comprometieron a no utilizar la fuerza ni amenazar con emplearla en contra de la integridad territorial o la autonomía política de Ucrania. Además, acordaron nunca usar métodos de coerción económica contra el país por intereses propios.

Esos compromisos fueron aceptados por el propio Vladimir Vladirovich Putin Putina, al asumir el poder y no denunciarlos. Pero, como siempre yo he sostenido y los hechos así lo confirman, el que crea en los acuerdos o pactos que se hagan con los comunistas, los estados del terrorismo islámico y de líderes autoritarios como Vladimir Putin, puede creer sin problema alguno que a un perro hambriento se les puede amarrar con una vara de longanizas y no se las va a comer.

Trasquilado en Ucrania

Todos estamos observando el desarrollo de los acontecimientos que se suceden a diario, tras la movilización de Rusia de unos 100 mil soldados, la puesta en marcha de una maquinaria de guerra terrestre, aérea y marítima, lo cual no deja duda alguna de respecto al objetivo del inquieto Putin, pensando que la jugada le iba a salir con lo sucedido en la Península de Crimea. Aquí ha sido diferente: Estados Unidos reaccionó a tiempo y con firmeza, las naciones de Europa miembros de la OTAN ha hecho lo suyo y Ucrania se ha envalentonado y está dispuesta a luchar por su integridad territorial.

Como siempre he sostenido, soy un miembro activo del Partido Republicano y no guardo ninguna simpatía hacia el actual gobierno norteamericano presidido por Joseph Robinette Biden Jr. (Joe). Pero, a la hora de defender la política internacional de los Estados Unidos en cualquier tipo de conflicto, no sucumbo a la mezquindad política y me alineo con el mandatario de turno, sobre todo, cuando la integridad territorial de cualquier nación está en juego frente a líderes perversos, de ideas totalitarias o se desafía el poder de la Unión Americana.

Joe Biden ha  hecho lo que no hizo Barack Hussein Obama y eso es meritorio ante la actual coyuntura política que puede desencadenar una conflagración apocalíptica entre un número de naciones europeas con los Estados Unidos a la cabeza.

Solo a los dogmáticos izquierdistas se les ocurre decir que las intenciones de Rusia no son para invadir a Ucrania. Eso mismo pensaron aquella vez con Crimea y ya es historia. Además, ¿a quién se le ocurre creer que un presidente va a movilizar a millares de soldados, ponerlos de frente a la frontera de otra nación, hacer una erogación de fondos para mover esa maquinaria, hostigar, amenazar y ponerse renuente a que Ucrania haya ha decidido de manera soberana su deseo de ser miembro de la OTAN y no piense en invadir? No lo ha hecho porque las consecuencias para Rusia van a ser desbastadoras, no solo en el ámbito militar, sino en lo económico. Veamos.

Las sanciones a que se expone Rusia si invade

Si los  amables lectores contemplan el mapa de las naciones que bordean a la Federación Rusa, se dará cuenta de que todas esas repúblicas que estaban bajo el yugo soviético en la época de la Guerra Fría, hoy se han convertido contraria al régimen de Vladimir Putin y se han afiliado a la OTAN, lo que le causa gran preocupación al envenenador de Moscú. En efecto, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Rumanía, Eslovenia, Croacia, Montenegro, Albania, Macedonia del Norte y Bulgaria, hoy toda pertenecen a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

O sea, Rusia está rodeada de países que no son afines a su política porque cada uno sufrió en carne viva el escarnio imperial de la patria de Pedro El Grande y, para completar el pomo, faltaba uno que ha sido la preocupación personal de Vladimin Putin: Ucrania, la cual solo dista de Moscú unas 400 millas y, como sabemos, toda nación que se integra a la OTAN, ofrece su territorio para instalar bases militares y tener el respaldo político y apoyo bélico de esa organización a nivel mundial, lo que supone una  amenaza muy cerca de la capital rusa.

Eso es a nivel militar pero, hay otra situación que sería de sesgo financiero lo cual sería un duro golpe a la economía rusa y que ha puesto a pensar al gabinete y al mismo Vladimir Putin: el código Switf/Bic. O sea, si Rusia invade a Ucrania, sería excluida del sistema financiero del SWITF/BIC, sus industrias tendrían un colapso y de igual manera sus bancos. Veamos.

¿Qué es el código SWITF/BIC? 

Es la sigla de Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication o también código BIC (Bank Identifier Code) serie alfanumérica de 8 a 11 dígitos que sirve para identificar a un banco receptor cuando se realiza una transferencia internacional. O sea, el Switf es la base del sistema financiero mundial que es utilizado por 11 mil bancos en 200 naciones o territorios para poder hacer transferencias.

Hoy en día no solo se ganan las batallas en el campo militar, sino en el financiero que puede doblegar cualquier economía. Y eso, precisamente, es a lo que se aboca el congreso norteamericano con beneplácito de ambas cámaras, para sancionar de manera drástica la economía rusa si deciden invadir a Ucrania, lo que supondría un efecto devastador y, más aún, teniendo Rusia tantas naciones haciendo un frente común a sus pretensiones imperiales e ingerencia inaceptable a una decisión soberana de Ucrania.

Me parece, que les saldría muy caro en esta ocasión las pretensiones imperiales de Vladimir Putin Putina, por el costo que implica un conflicto militar con tantos frentes de cara a su frontera, las sanciones económicas que les esperan a su ingerencia y, sobre todo, enfrentarse directa o indirecta  al poderío militar de los Estados Unidos y su aliados europeos. Mientras la moneda norteamericana sea el patrón de transacciones económicas en el mundo, no hay nación alguna que pueda escaparse indemne de sus decisiones políticas, económicas o militares si trata de alterar la paz mundial.

Ante estas acciones insensatas, imprudentes, peligrosas e imperialistas  de Vladimir Vladimirovich Putin Putina, envenenador por excelencia de Rusia, me viene a la mente la frase que dijera Ambroise-Paul-Toussaint-Jules Valéry (Paul Válery) poeta, escritor, ensayista y filósofo francés cuando dijo:

«La paz es más difícil que la guerra. Se necesitan dos para hacer la paz, y solamente uno para hacer una guerra».

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