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Mientras el Ejército ruso intensifica los bombardeos en Ucrania y está cada día más cerca de tomar Kiev, la capital, las protestas en Moscú, San Petersburgo y otras ciudades contra la guerra constituyen otro desafío para el presidente Vladimir Putin.
Sin reparar en las multas y la prisión, personas de todas las edades, pero sobre todo jóvenes, toman las calles en reclamo de que cese la intervención militar en la vecina nación.
Otra nota del rechazo contra la guerra la puso la periodista que irrumpió en el set del noticiario de más audiencia de Moscú con un cartel en que se condena la acción bélica.
Putin ha prohibido las protestas. Sin embargo no ha conseguido que sus compatriotas acaten ni se amedrenten ante la orden.
En muchos otros países ha habido estruendosas protestas sociales en contra de una guerra que al menos ante la opinión pública Rusia la tiene pérdida.
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En uno de los últimos ataques un periodista que colabora con The New York Times fue abatido, en tanto la OTAN ha advertido de consecuencias sobre los bombardeos en cualquiera de sus países miembros.
El pueblo ucraniano ha resistido con valentía la embestida militar, en tanto las autoridades han denunciado violaciones a los corredores humanitarios acordados entre las partes.
Las protestas en Rusia son un signo de la crisis interna a que está abocado Putin. En la medida que las sanciones económicas deterioren más las condiciones de vida de los rusos la rebelión contra el gobernante está llamada a cobrar más fuerza.
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