
[ad_1]

EL AUTOR es periodista. Reside en Santo Domingo.
Los Estados Unidos ha exigido al gobierno dominicano (y digo exigido porque el coloso del norte no pide nada sino que ordena a los países que viven con la cerviz inclinada), que proceda retener el súper lujoso yate Flying Fox, propiedad del magnate ruso Dmitry Kamenshchik.
La complacencia de tal petición u ordenanza, implica que nuestro país se alinea y compromete abiertamente con la guerra multifacética que libran Europa y EEUU contra Rusia, lo cual nos puede convertir en un posible objetivo de guerra si la beligerancia escala a un enfrentamiento directo.
En virtud de esto, la posición más racional, ecuánime, más equilibrada y más conveniente sería que nos mantengamos al margen, asumiendo una posición neutral, ya que el escenario de la mencionada guerra y los intereses que allí chocan, no nos concierne de manera directa.
Mejor que ejercer el papel de subordinado vergonzoso, es emular y llevar a la práctica lo que dijo el presidente húngaro a propósito de una solicitud para que tomara partido: «Hungría está del lado de Hungría».
De ahí que la República Dominicana debe ser declarada oficialmente zona de paz, lejos de los conflictos geopolíticos que contraponen a las grandes superpotencias, donde no tenemos nada que buscar, porque cuando los elefantes se enfrentan, las hormigas son las que más sufren.
Y estar con la paz exige no tomar acciones beligerantes contra un país con el cual tenemos relaciones diplomáticas, que no nos ha hecho nada y que ha alimentado fuertemente nuestra industria turística.
La renuncia a la soberanía y la sumisión y el servilismo no puede llegar hasta el extremo de poner en peligro la seguridad nacional del país y de todos los dominicanos. Nuestro territorio no puede ser tomado como una zona de revanchismo y ajustes de cuenta por las grandes potencias mundiales. Que resuelvan sus problemas y diferencias en otros confines, pero no aquí, en nuestro país, el cual no debe prestarse para componendas internacionales.
Aunque nuestro mayor comercio y relaciones económicas sean con Estados Unidos, el hecho de que nos encontremos en su zona de influencia y seamos parte de su llamado ‘patio trasero’, no implica necesariamente que tengamos que involucrarnos y comprometernos con intereses ajenos a los nacionales.
Tomemos el ejemplo de México, Brasil, Argentina y el pequeño Salvador, países mayormente enlazados económicamente con los Estados Unidos y que pese a ello han hecho valer su dignidad y soberanía frente a las exigencias destempladas del poder norteamericano.
En México, su presidente Andrés Manuel López Obrador, dijo a los EE.UU. que debe respetar sus decisiones soberanas en lo tocante a no tomar partido por ninguno de los bandos enfrentados. Lo mismo hizo el presidente Jair Bolsonaro, quien pese a ser abiertamente pronorteamericano, rechazó sumarse al boicot económico contra Rusia, manteniendo abiertas y fluidas sus relaciones con el país euroasiático, dentro del marco de sus intereses nacionales.
Igualmente, El Salvador, un país más pequeño y pobre que nosotros, también se ha comportado a la altura de los países que no alienan sus intereses ni la independencia en aras de agradar a gobiernos extranjeros.
El presidente salvadoreño, en vez de someterse, le enmendó la plana al gobierno estadounidense cuando dijo que “los EEUU deciden cuando el bueno se convierte en malo y el malo se convierte en bueno”.
jpm-am
ALMOMENTO.NET publica los artículos de opinión sin hacerles correcciones de redacción. Se reserva el derecho de rechazar los que estén mal redactados, con errores de sintaxis o faltas ortográficas.
[ad_2]
Source link