EL AUTOR es periodista. Reside en Baní.

Cuando Will Smith se levantó de su asiento y se dirigió al centro del escenario para abofetear a Chris Rock, más que el hombre, fue el actor que se impuso.

Muchos actores han indicado que confunden la actuación con la vida real llegando a acciones temerarias. Este parece ser uno de esos momentos.

Al llegar de nuevo a su butaca dentro del público, Smith siguió actuando como el príncipe que rescata a su amada, hasta que de súbito volvió a la realidad y se desplomó.

Todo esto dejó confundido a Rock quien no salía de su asombro. Al verlo venir de seguro por su mente pasaron múltiples opciones, incluyendo que el intérprete de Men and Black se sumara a sus payasadas y se viera compelido a improvisar.

De hecho, no asumió una postura defensiva, que hubiera llevado a una trifulca mayor. Llegó la bofetada y seguía en shock, no dijo nada ni reaccionó. Vaya sorpresa.

En la vida real también ocurren cosas. ¿Quién en su sano juicio iba a pensar que Putin en realidad procedería tan cruelmente contra Ucrania, causando grandes pérdidas de vida, inmensas destrucciones, cientos de miles de desplazados y trastornos en la economía mundial?

Ya lo decía Rubén Blades: la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. 

El daño causado a los premios de la academia en su versión 94 son inmensos, los de Ucrania por parte de los rusos, aterradores.

Will Smith se salió grotescamente del guion, Putin en cambio transformó completamente el rodaje de un mundo salido de una pandemia, transformando en un infierno la vida no solo de los ucranianos sino de muchos alrededor del mundo convertidos en daños colaterales.

Preferible el error de Smith con el golpe propinado a Rock, que miles de bombas, misiles y cantidad de muertes provocadas por Putin, mayores a todas las ocurridas en producciones cinematográficas en lo que va de año.

maguerrero3@yahoo.com

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