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Leí con sumo placer la siempre genial columna de Colombo, donde este responde la advertencia a sus ciudadanos que acaba de publicar la Embajada norteamericana, para que no viajen a nuestro país por «el clima de violencia e inseguridad».
Esta prohibición, viniendo de un país donde hay 400 millones de armas en manos, 399 para ser exactos, de grupos neonazis, de ultraderecha, o radicales de todo tipo, y donde siguen ocurriendo masacres masivas, incluyendo de infantes, es realmente incomprensible.
Es la misma prohibición o advertencia que ha propiciado Canadá, en apoyo al reclamo de la Unión de Pilotos Canadienses «Extraterrestres» (porque hay que ser extraterrestes para no preguntarse qué puede haber en paquetes que pesan 200 kilos, además de droga), de liberación de sus pilotos.
Posición EU no se entiende
Por cierto, que todo lo entendimos ahora cuando leímos que Truddeau va a autorizar, a partir de enero del 2023, el expendio de drogas duras, incluyendo el crack, la heroína y la cocaína, como experimento destinado a resolver el problema del tráfico ilegal, que ya inicio en British Columbia.
Una posición que otorga la razón a los carteles de droga, cuando dice que hay tráfico porque hay demanda, y que cuando la droga circule libremente se acabó el problema de la violencia entre productores y consumidores. A fin de cuentas, quien quiera morirse de una sobredosis está en todo su derecho.
Esta es la verdad que hay que enarbolar frente a estas propuestas, que solo perjudican lo que deberían ser relaciones fraternales entre naciones hermanas destinadas, para nuestra desgracia? a convivir, por aquello que dijo Juarez: Estamos demasiado cerca de Norteamerica, y demasiado lejos de Dios.
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