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El país confronta un serio déficit de profesionales técnicos y especialistas en las áreas que están siendo transformadas por la revolución tecnológica.
Todavía el sistema universitario sigue dando cabida a la formación de profesionales en cinco carreras que, ahora y a futuro, no tienen gran demanda.
Y, por tanto, las garantías de empleabilidad de sus egresados han aminorado ante el empuje de la demanda de profesionales con otros perfiles.
Las carreras de mayor matriculación en universidades son las de educación, psicología, contabilidad, medicina y derecho.
Pero de acuerdo con un profundo estudio de la Asociación de Jóvenes Empresarios (ANJE), lo que el sector empresarial busca y necesita son profesionales en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, además de personas que dominen el inglés.
La falta de recursos humanos con estos últimos perfiles está limitando la capacidad del sector empresarial para asumir los nuevos esquemas de la revolución industrial 4.0.
Dijimos en un editorial el primero de mayo pasado que es imperativo transformar nuestras universidades en centros tecnológicos que capaciten las nuevas legiones de tecnólogos que el país requiere, de manera apremiante.
El Instituto de Formación Técnico Profesional ha comenzado a sentar las bases de una estructura para la innovación, pero es necesario que otros actores del sistema educativo y formativo también se entronquen en esta estrategia.
Es hora de pensar en una política nacional enfocada en la innovación, apostando a la formación de recursos humanos aptos para insertar al país en esta revolución industrial que aunque está en fase cuarta, ya tiene a la quinta pisándole los talones.
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