El autor es periodista. Reside en Santo Domingo
POR EDDY PEREYRA ARIZA
Cuando Antonio Almonte en su rol de rector de las políticas públicas de energía y minas, traza el tema de la seguridad energética como proyecto crucial del plan energético del presidente Luis Abinader, traduce el mensaje de que los dominicanos contamos con un gobierno que le pone máxima atención a uno de los problemas neurálgico del país.
Con su uso didáctico y con tino, Almonte explica que estamos en un proceso ininterrumpido de asegurar la cantidad de energía que se necesita para mantener la vida y las actividades diarias de la sociedad, garantizando al mismo tiempo su asequibilidad. De ahí, el impulso a la producción de fuentes renovables para depender menos de los combustibles fósiles, ya que no contamos con yacimientos de petróleo, carbón, ni de gas natural.
El Consejo Mundial de la Energía ha invitado a los países a considerar la energía como “Un asunto de seguridad nacional” y como un factor de productividad que debe ser gestionado de forma eficiente, confiable y ambientalmente sostenible.
En República Dominicana el escenario ha cambiado. El crecimiento de nuestra economía genera un incremento en la demanda de energía, que se ha convertido en el gran desafío para garantizar la seguridad energética nacional.
Tomando en consideración los efectos que ocasiona sobre la economía del país una falla del sistema energético –en términos técnicos, de precios, costos, abastecimiento e infraestructura– es fundamental para el planteamiento de la política nacional el propósito de satisfacer las necesidades energéticas tanto en breve tiempo como en largo plazo.
En ese plan de seguridad energética, puesto en marcha por el gobierno, Abinader propone una estrategia que permite garantizar la continuidad del suministro y la operación energética nacional, optimizando los recursos disponibles, evolucionando en el proceso de transición energética a energías renovables no convencionales e impulsando la inversión en el sector energético que permita mantener precios asequibles para el consumidor y que reduzca la huella ambiental.
Por esa acertada disposición del Presidente, las necesidades energéticas se concilian con la inversión en nuevas plantas, como las dos que suman 800 megavatios en Manzanillo; la licitación de 2000 megavatios para añadirlos al sistema energético nacional o los 12 proyectos de energía renovable expandidos en diferentes regiones del país. También, con estas inversiones se cubrirá el aumento de la demanda por el crecimiento de la economía, al tiempo que se tendrá por primera vez en la historia una oferta de generación de energía eléctrica para 2025 muy superior a la demanda máxima anual.
Samantha Gross, directora de la Iniciativa sobre Seguridad Energética y Clima del Centro de Investigación Brookings, sostiene que la crisis de energía no debe ser un impedimento sino un catalizador de la transición hacia una energía limpia.
La relevancia que tienen las energías renovables- que en su mayoría son limpias- para la seguridad energética y su relación con el crecimiento económico, toma en cuenta la inestabilidad de los precios del petróleo, su influencia en el mercado de los hidrocarburos como fuente primaria de energía y la necesidad de depender menos de los combustibles fósiles.
El desarrollo de energías renovables y de tecnologías limpias están adquiriendo un rol creciente. Los procesos compatibles de seguridad energética y transición energética que implican diversificar la fuente y aceleran la matriz energética, es lo que está ocurriendo ahora en el país con las energías renovables, las que dependen del viento y del sol,
El país tiene un potencial tremendo en estos recursos renovables y con la jerarquización que le ha dado el presidente Abinader a la seguridad energética, estas fuentes de energías limpias, seguirán creciendo y llegará el momento en que el sistema energético será capaz de llevar a cabo respuestas rápidas a los cambios repentinos en el ciclo de la oferta y la demanda de energía.
Por encima de que no hubo previsión en gestiones pasadas para que el país cuente con reservas operativas o capacidad de generación disponible para satisfacer la demanda en caso de que suba, que una planta se apague o haya interrupción en el suministro de electricidad y los costos de producción aumenten, milagrosamente el gobierno suministra energía en más de un 90 por ciento a la población.
Eso patentiza el compromiso de Abinader de dar solución y seguir trabajando para acabar con ese complejizado problema, potenciando la seguridad energética, llamada a garantizar un 100% de la demanda de la energía, la cual gesta una decisión de bienestar para todos los dominicanos.
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