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En ausencia de ideología y patriotismo la meta, para la mayoría de los políticos actuales, es alcanzar riqueza.
Una riqueza que se busca con rapidez y sin otro esfuerzo o mérito que el de haber “contribuido” al triunfo de su candidato.
El fruto de su “trabajo”.
No hay sentido de responsabilidad social; solo se es responsable frente a su pequeño círculo de seguidores. Todos buscando lo “suyo” no el bien común.
Si antes la vocación de servicio era el fundamento de la política, esta solo sirve ahora para la riqueza fácil. Ahora prima el “servirme yo”.
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