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República Dominicana es un país del Caribe que comparte la isla La Española o La Hispañiola con la “vecindad al oeste”. Estamos en la zona central de las Antillas; ocupa la parte central y oriental territorial.
Con 48,442 kilómetros cuadrados y una población superior a los once millones de habitantes.
Hasta ahí, todo bien, pero la “vecindad al oeste” le presenta una diplomacia a dominicana que al parecer la creación de la ciencia de las relaciones internacionales, no responde a una necesidad objetiva a nuestra patria.
Esta importante área del conocimiento no se aplica con el rigor necesario para que el “intruso esté en su lado”. Sin embargo, entre la diplomacia y la diplomática existe una estrecha relación, puesto, que es imposible concebir acuerdos diplomáticos que deje constancia por escrito de los acuerdos.
Mi país tiene que practicar una diplomacia que tenga valor y entrega por República Dominicana. Una defensa frontal con el “intruso”, garantizar la representación de Juan Pablo Duarte y Díez: Dios, Patria y Libertad.
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El objetivo de la diplomacia es representar y velar por los intereses de un Estado y de su nación en relación con otro Estado u organismo internacional.
El concepto agrupa distintas acepciones de acuerdo con el mayor o menor grado de inclusión de objetivos y prácticas que a través de ella se desarrollan. La práctica diplomática se remonta hasta la Grecia clásica, dándose su evolución paulatinamente de acuerdo con el proporcional incremento de las relaciones internacionales, proceso que se intensifica en nuestros días.
La importancia de la práctica diplomática radica en la versatilidad de las funciones desempeñadas por la figura de los embajadores residentes, cuyas funciones giran en torno a la generación de información fidedigna, la minimización de las fricciones potenciales y el fomento de las relaciones amistosas entre los Estados soberanos.
En la práctica diplomática contemporánea se pueden distinguir cuatro formas: la diplomacia bilateral, la diplomacia ad hoc, la diplomacia directa y aquella llamada multilateral. La palabra diplomacia proviene del francés diplomatie, que a su vez derivan del latín diploma y este del griego (diploma).
El término se compone del vocablo (diplo), que significa doblado en dos, y del sufijo (ma), que hace referencia a un objeto.
Siglos más tarde, en su tránsito por el francés y el inglés, el término diplomacia amplió su alcance a otras actividades que guardaban relación con el manejo de documentos oficiales entre soberanos. En Francia, la diplomatie hacía referencia a todos los documentos solemnes emitidos por las cancillerías, especialmente aquellos que contenían acuerdos entre soberanos.
El término inglés diplomatics se utilizó específicamente en lo relativo a la ciencia de la autenticación de documentos antiguos y a la conservación de archivos.
El oficio de tratar con archivos y diplomas fue conocido entre los gobiernos europeos como diplomacia o asuntos diplomáticos, un elemento que según Sir Harold George Nicolson, es aún vital para el funcionamiento de cualquier servicio exterior eficiente.
Hacia finales del siglo XVIII, comenzaron a utilizarse los vocablos diplomatie, en Francia, y diplomacy, diplomat y diplomatist, en el Reino Unido, en referencia al manejo de las relaciones y negociaciones entre naciones a través de oficiales del gobierno. Desde entonces, en palabras de algunos autores, un diplomático es una persona autorizada a negociar en nombre de un Estado.
Sin embargo, algunas de las funciones atribuidas a los representantes diplomáticos modernos eran desempeñadas por un proxéno (forma análoga del actual cónsul), un ciudadano de la ciudad anfitriona que mantenía relaciones amistosas con otra ciudad, a menudo por vínculos familiares.
En tiempos de paz, la diplomacia se llevó a efecto, incluso, con rivales no helenísticos, como el Imperio aqueménida de Persia, aunque finalmente fue conquistado por Alejandro III de Macedonia, más conocido como Alejandro Magno o Alejandro el Grande.
En términos generales, el país dominicano, tiene que fortalecer su diplomacia con diplomáticos de carrera y actualizados en estos tiempos de globalización para que nuestra nación asuma su verdadera defensa nacional.
El autor es periodista, analista político y social.
Por: Maguá Moquete Paredes
maguamoqueteparedes@gmail.com
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