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El autor es periodista. Reside en Santo Domingo.
El rostro humano de una gestión de gobierno se debe medir por la ejecución de obras y acciones de gran impacto social, imperativo, humanista y de significativa oxigenación para amplios núcleos sumergidos en la absoluta vulnerabilidad y el desconsuelo. En ese orden se incluyen viviendas de bajo costo para los pobres, acueductos, presas, escuelas, hospitales, caminos vecinales y carreteras.
Y precisamente ahí, han estado las manos y el corazón del presidente Luis Abinader, construyendo y entregándoles más de 7mil nuevas viviendas a igual número de familias sin techo propio de diversos municipios del país, en estos primeros 3 años de la presente gestión gubernativa, que él encabeza desde el 16 de agosto del año 2020.
Pero a esa maravillosa noticia, debemos agregar las más de 60 mil viviendas reconstruidas en toda la geografía nacional a través del Ministerio de la Vivienda.
Hay que decirlo y celebrarlo sin miedo, sin tapujos, porque el gobierno de Abinader ha superado en 3 años a todos los gobernantes de los últimos 60 años en materia de construcción de viviendas para los pobres del país, en ese lapso de tiempo, incluyendo el insigne líder reformista, el doctor Joaquín Balaguer. Y eso es mucho decir porque ha sido mucho hacer. En esa fiesta de vivienda feliz han bailado hasta el éxtasis un poco más de 81 mil familias dominicanas.
Es que tener techo propio, aunque pagándole al Estado, le otorga al matrimonio o a la cabeza de familia la inmensa tranquilidad del sano deleite y la paz emocional que no le produce un viaje a Nueva York o un millón de pesos depositados en una cuenta bancaria. Para la estabilidad de una familia, una vivienda significa el 50% o más.
Resulta que, de esas familias beneficiadas, y las más de 8,000 en turno para el próximo año 2024, muchas de ellas se liberarán de la presión de los propietarios de las mismas, quienes a veces proceden inmisericordemente contra sus inquilinos. Ahí está el gran detalle y la trascendencia de un gobierno que piensa y actúa con criterio humanista. En este aspecto, ningún otro gobernante se asemeja al presidente Luis Abinader.
Los nuevos propietarios saben perfectamente que ya no correrán el riesgo de ser echados de las viviendas que en condición de alquiler ocupan o peor aún, dejarán de vivir en espacios vacíos, sin dolientes, como mendigos. Una vivienda propia le devuelve la dignidad ausente o perdida a cualquier familia dominicana y del mundo.
Pienso yo que, conjuntamente con el vasto plan de titulación estatal que impulsa el Gobierno, las pensiones solidarias y la amplia asistencia social, dibujan y asientan en el corazón de los más pobres del país y de los buenos dominicanos, el rostro humano y solidario del presidente Luis Abinader. Hay otros aspectos positivos que destacan su personalidad y su provechosa gestión gubernativa.
Entonces, es por ello y mucho más que aún falta por hacer, que el 60% de los dominicanos, debemos confiarle al presidente Abinader otros 4 años, eligiéndole en mayo de 2024, por ser, además, la mejor garantía de transparencia, estabilidad, paz y progreso. Lo bueno no se cambia ni para coger impulso.
jpm-am
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