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EL AUTOR es escritor. Reside en Nueva York.
Prefacio
En la cultura española hay una vieja frase que se usaba o tiene uso actualmente, la cual se utiliza como referente de algo inaudito, pero que se admitía ante la impotencia que fuere. Me refiero con ello a la expresión «Para ver cosas hay que estar vivo». Y más aún, cuando el tema se refiere a lo político, que se ha convertido por antonomasia en el caldo de cultivo de las mayores idioteces que se pueden fomentar, para que muchos ignaros las repitan como papagayos, sin el menor esfuerzo mental para razonar con el cerebro y determinar si ellos es válido o no.
Por esa razón, hoy en día, las grandes naciones que tienen peso deliberativo en la faz de la tierra, han hecho acopio en su lucha de imposición en el tablero mundial de las mentiras mediáticas como arma auxiliar, para su uso en las guerras convencionales fraguadas en el terreno, así como en la penetración ideológica con la finalidad de que los demás vean negro lo que es blanco y viceversa. En medio de esta lucha frenética, se encuentra una gran población que pocas veces se dedica a la investigación, a la lectura o al raciocinio mínimo, para saber en dónde radican las falacias, para no dejarse manipular como veletas sin rumbo definido en beneficio de una entidad política o un gobierno interesado.
Vale destacar, que el legado de esa cultura del engaño para lograr objetivos y apoyo mediático, tuvo la génesis en la tenebrosa figura de Paul Joseph Goebbels, político alemán que ocupó el cargo de ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich entre 1933 y 1945, período correspondiente a la Edad Contemporánea que, como sabemos, surge después de la Revolución francesa de 1789 y la actualidad.
Como muestra de lo anterior, actualmente hay dos acontecimientos que han acaparado la opinión pública mundial y los titulares de la prensa internacional: La grotesca invasión de Rusia a Ucrania, violando de manera grosera el Memorándum de Budapest del 5 de diciembre 1994, firmado en Hungría. De igual manera, el alevoso y premeditado ataque del 7 de octubre 2023, del grupo terrorista árabe «HAMÁS», cuyo significado es: «entusisamo o fervor» y acrónimo de «Harakat al-Muqáwama al-islamiya», que en español significa:»Movimiento de Resistencia Islámica», lo cual ha degenerado en una guerra entre ese grupo sedicioso e Israel.
En consecuencia, con lo anterior vamos a obviar las disquisiciones y demostrar cómo las mentiras históricas, manipuladas y tergiversadas exprofeso, han trazado una gran falacia sin sustento histórico para darle identidad a unos árabes islamistas sin rasgos antropológicos, que lo puedan definir como pueblo o una nación. Veamos…
«Palestina»: Una falacia histórica hecha realidad
El pasado viernes 20 de octubre 2023, publiqué en este prestigioso medio digital, un artículo titulado: «El glorioso Israel vs. el antisemitismo». En dicha opinión sostuve y demostré -tomando como respaldo la historia-, que «Palestina» nunca existió ni como pueblo ni como nación. Para ello, utilicé nueve argumentos en los cuales sustenté mi tesis y, como era de esperarse, nadie de los que arremetieron en mi contra con sus comentarios, me pudieron demostrar lo contrario. La razón es simple: Repiten las consignas mediáticas, pero sin ser avaladas por la historia de los hechos.
No obstante ello, persisten en esas tonterías, porque cuando no se puede demostrar lo contrario, se recurre a la repetición por aquello de que «cien mentiras repetidas se convierten en verdad», de acuerdo a la teoría de Paul Joseph Goebbels. Obviamente, ello es así, para quienes no se molestan en investigar, leer y documentarse para tomar una postura correcta ante cualquier disyuntiva social o política. Para poner en contexto el origen de esta crisis en el Oriente Medio, la cual lleva ya muchos años, pero que ahora, mediante una campaña tenaz, persistente y bien orquestada, tratan de saltarse la narrativa histórica y darle una nueva visión acorde a los tiempos, voy a extrapolar esta situación árabe-judía al caso dominico-haitiano para su comprensión.
La provincia de Dajabón al noroeste de la Rep. Dominicana, que colinda con Haití, es territorio dominicano, pero, debido a su cercanía con esa nación, ha sido invadida pacíficamente por los haitianos, buscando comida, trabajo y mejorías. En ese devenir,
Rep. Dominicana es invadida por Canadá y, una vez allí, los dominicanos se rebelan y la revuelta es aplastada y muchos dominicanos emigran para salvar sus vidas, otros se escabullen y esconden de los invasores. Los canadienses no persiguen a los haitianos, sino a los dominicanos originarios de estas tierras, así los haitianos aprovechan esa coyuntura y se radican más en Dajabón con sus familias y sus descendientes se creen dueños de esos predios.
Es así que Canadá, para desarraigar a los dominicanos de sus tierras, nombra a la provincia de Dajabón «Ouanaminthe», un nombre haitiano que nada tiene que ver con el hablar dominicano y ellos -los haitianos- se lo creen y asumen por ello, que esas tierras les pertenecen. Pasa el tiempo, Canadá se retira del área y los dominicanos vuelven a sus tierras (guardando la distancia con las profecías bíblica a los judíos de que volverían a ocupar sus tierras) y se encuentra que los haitianos alegan que llevan tiempo ahí y que esas tierras se llaman «Ouanaminthe».
El caso se complica y se lleva a la Organización de las Naciones Unidas, (ONU), llenas de boludos y vividores, que buscan una solución salomónica, y le dan a los haitianos potestad en una parte de esas tierras de los dominicanos y, a los verdaderos propietarios, -los dominicanos- los arrinconan en un pedacito de terreno, árido y seco, para que tengan ambos «una convivencia pacífica» y el resto ya es historia. Se echa andar una propaganda mediática intensa, se busca a un Chapulín Colorado que «encarne el deseo de los haitianos» y recae en la figura de Mohamed Abdel Rahman Abdel Rauf Arafat al-Qud al Huseini, mejor conocido como Yasir Arafat. Amigo lector, ¿se puede entender y asimilar esta narrativa histórica?
¿Autoridad Nacional o desastre «palestino»?
Sinopsis histórica
La Franja de Gaza es apenas un territorio de 41 kilómetros por 10 de ancho y está ubicado entre Israel, Egipto y el Mar Mediterráneo. Allí viven apiñados (Eso no es culpa de Israel) 2.3 millones de personas y su densidad poblacional es la más alta del mundo (Eso tampoco es culpa de Israel). Ha sido ocupada y sufrido asedios desde hace unos 4,000 mil años atrás. Gobernadas, destruida y repoblada por diversas dinastías, imperios desde el Antiguo Egipto hasta caer en manos de Imperio Otomano en el siglo VXI y hasta Alejandro Magno puso sus pies ahí.
!Pero, oh sorpresa!, esas tierras no eran conocidas como «Palestina», sino como tierra de Judá y se admiten como Tierra Santa, porque ahí nació Jesucristo, el Rey de los judió;, no Alá, el rey de los «palestinos». Esta es la parte de la historia que «olvidan» muchos y pasan por alto, para decir que los «palestinos» eran originarios de ahí.
Pero, debemos recordar, que Gaza fue invadida y formó parte del Imperio otomano hasta 1917, y fue asumida por el Imperio británico. Pero, !oh se me olvidaba!, que Gaza no era territorio «palestino», sino judío, ya que eso era Judá, una de las 12 tribus de Israel, no de las 12 tribus de «palestina» que no hay registro histórico. Lo que se les «olvida» a muchos.
Tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, los británicos trasladan la decisión de esos territorios, a la recién fundada Organización de las Naciones Unidas, (ONU), y fue así que en el 1917, se emite la resolución No.181, en donde ese territorio en disputa se divide en un 55% para los judíos, (los milenarios propietarios), Jerusalén pasa a control internacional y el resto para los árabes que incluye la Franja de Gaza. Observe amigos lectores, que en la citada resolución de la ONU se escribe «para los árabes no palestinos», Dicha resolución se ejecutó a favor de Israel en mayo de 1948, se pone fin al Mandato Británico de Palestina y surgía para impactar al mundo un 14 de mayo de 1948, el glorioso Estado de Israel.
Autoridad Nacional o desmadre «palestino»
En el primer artículo, en donde he tratado la confrontación árabe-israelí ya citada más arriba, demostré -desde el punto de vista histórico- que el llamado pueblo de Palestina, es y ha sido una vulgar falacia sin sustentación alguna y que, dicho nombre no fue más que la manera del emperador Adriano, -cuando colonizó a Judea- de herir el orgullo de los judíos al llamar esas tierras «Palestina», que nada tiene que ver con los árabes marginados, incultos y desechados por su propia etnia, y como lo hacen hasta ahora, que se había asentado en esos lares en busca de mejor vida.
Esa situación se mantuvo latente, creando una rivalidad histórica entre los judíos únicos dueños y originarios de esas tierras que forman parte de la tribu de Judá y los árabes ya citados. Cuando los británicos deciden delegar en la ONU esos territorios, se inician negociaciones que culminan con el llamado «Acuerdo de Oslo de 1993», apadrinando las negociaciones entre Issac Rabin Cohen, Yasser Arafat, el presidente William Jefferson «Bill» Clinton.
Fue así que a partir de ese acuerdo (1994), fue establecida la «Autoridad Palestina de Cisjordania y la Franja de Gaza» y, posteriormente, La ONU el 29 de noviembre de 2012, con la Resolución 67/19, lo declara como Estado observador no miembro de la organización. Observen, que el nombre incluye Cisjordania y la Franja de Gaza. Pero, ¿qué ha sucedido con todas estas parafernalias diplomáticas, acuerdos y pactos? Pues, sencillamente, un despelote, un desmadre, una charlatanería política, una barrabasada, que a lo único que ha llevado es a esta crisis que hoy enfrenta a esta «Autoridad Palestina» con Israel. Me explico…
En el 2005 se celebraron elecciones presidenciales en «Palestina», resultando ganador Mahmud Rihad Abás, un terrorista moderado, pero terrorista al fin y al cabo. Su período era de 4 años que concluyó en el 2009, pero él se ha negado -como buen vividor político- a celebrar elecciones como mandan los estatutos y ha permanecido en el cargo de manera írrita. En consecuencia, ¿cómo la ONU, Estados Unidos e Israel, han negociado con alguien que carece de estatus legal y constitucional, el cual se aferra al cargo para vivir de los privilegios que otorga el mismo? ¿A eso se le puede llamar «presidente de la Autoridad Nacional? Eso es ser un payaso coludido.
¿Cómo se le puede llamar «presidente» a un individuo, que permite que una organización terrorista como «Hamás», sea el brazo armado y provoque ataques, agresiones, invada y agreda una nación como lo es Israel? ¿Que Hamás tenga cuasi un gobierno paralelo en la Franja de Gaza, cuando más arriba demostré, que él tiene potestad presidencial en Gaza y en Cisjordania? ¿A eso se le puede llamar «Autoridad Palestina? Si él permite eso, es tan responsable por lo que sucede con la población civil, la que sufre los estragos bajo la condición de daños colaterales.
Quiero que alguien me explique, si él es presidente de la Autoridad «Palestina», ¿por qué y basado en qué, Israel tiene que suministrarle a ese territorio, que alberga a sus enemigos acérrimos como Hamás, sin autoridad alguna y con la anuencia de su gobierno, agua, electricidad, trabajo a sus ciudadanos y combustible? ¿Para eso Mahmud Abás, no es presidente para atender y darle a sus gentes esos servicios necesarios en cualquier nación que se tenga un gobierno?
¿Desde cuándo en un conflicto armado, una de las partes atacada como lo fue Israel, tiene que mantener esos servicios básicos, avisarle cuándo va a bombardear, buscarle la salida del área a una población ajena? ¿Acaso eso no es obligación y deber del presidente de la «Autoridad Palestina»
De igual manera, ¿basado en qué argumentos legales o constitucionales, la «Autoridad Palestina», permite las actividades de Hamás, cuando esta organización si bien es cierto que ganó las elecciones parlamentarias en el 2006, también su período de mandato perimió en el 2010? ¿Eso no es acaso, una irregularidad singular, la cual pone en riesgo de muerte a la población civil? ¿Quién me explica, que Hamás almacene suficiente combustible en sus túneles y la población dependa de un país al que ellos consideran su enemigo ancestral?
¿Por qué la Autoridad Palestina de Mahmud Rihad Abás, permite que el grupo de asesinos y terroristas de Hamás, construya túneles para resguardarse y llegue al colmo de tener una base de mando, de combustible y de municiones, justo de bajo del Hospital Shifa, demostrando que no tienen el más mínimo respeto por las vidas de la población civil que allí se encuentra recluida?
Son tantas las interrogantes que puedo seguir formulando, que sería muy prolijo enumerar. Pero, no cabe duda, esto es una desfachatez vergonzosa, inadmisible, ridícula, inmoral, sin ética ni principios, cobarde, miserable y deplorable. Eso ni es Autoridad, ni es Nacional, ni es Palestina y mucho menos, personas decentes. Estos árabes radicados en la llamada «Autoridad Palestina», sintetizan, en su proceder, la frase que dijera Hermann Hesse, escritor, poeta y novelista alemán cuando dijo:
«Cuando odiamos a alguien, odiamos en su imagen algo que está dentro de nosotros»
jpm-am
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