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A comienzos de este año, la Organización Internacional del Trabajo, OIT, agencia tripartita que reúne a gobiernos, empleadores/as y trabajadores/as de 187 estados miembros de la ONU, destacó en su informe, “Perspectivas Sociales y del Mundo: Tendencias para 2024”, el riesgo del aumento global de desempleo, manifestando su preocupación sobre la persistencia de la pobreza de las personas trabajadoras.
De acuerdo con el informe citado, los bancos centrales de los países tendrán que mantener una orientación restrictiva de las condiciones monetarias, al menos hasta finales de 2024 y la recuperación económica y social a partir de la pandemia, seguirá frenando el progreso de la justicia social.
Dentro del panorama desalentador las trabajadoras siguen enfrentándose a las desigualdades, discriminación y estereotipos que frenan sus expectativas laborales, cargando con la mayor parte de las responsabilidades asistenciales a la sociedad y con sus oportunidades limitadas.
Nuestra jornada de trabajo no termina nunca porque, la mayoría de las mujeres se manejan en una segunda y tercera jornada al agregar las tareas de cuidado, siendo las que se exceden en solicitar permisos de trabajo para ello y moviéndose en el riesgo de conservarlo.
El techo de cristal, metáfora que explica la situación de esta desigualdad sexual en lo laboral, perjudica a las mujeres porque cobran menos por igual trabajo y responsabilidad, y tienen que compaginar rendimiento en el trabajo con maternidad y mundo privado.
Las mujeres representamos menos de la mitad de la mano de obra en nuestros países en desarrollo, con empleos de baja calidad y en condiciones vulnerables por la cultura androcéntrica prevalente, aportando tres veces más valor económico que los hombres a sus países por el trabajo no remunerado.
La brecha de género, que refleja la distancia existente entre los sexos respecto a las oportunidades de acceso y control de recursos económicos, sociales, culturales y políticos, entre otros, en el contexto de América Latina y el Caribe, para el segundo trimestre de 2023 en participación laboral, persistió con una tasa de 51,8 por ciento para las mujeres y 74,4 por ciento para los hombres (OIT 2023).
El desafío de la igualdad de oportunidades para todas las personas en todos los ámbitos requiere prestar especial atención a la división de patrones de género que existen en el trabajo reconociendo como las mujeres se encuentran en situación de desventaja y reconociendo acciones para enmendarlo.
La igualdad y equidad de género no es un capricho, atañe a la mayoría y es de justicia.
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