En las vistas públicas del Código Penal hubo de todo.  Un desfile de especímenes femeninos. 

Lo primero que vi fue a un par de jovencitas, aspirantes a megadivas, que cuidadosamente maquilladas y peinadas (contrencitas que debieron costarles una fortuna), se enlistaron como primeras para aprovechar lo medios y “felicitar” el nuevo Codigo por “defender la vida”.

Eran muchachas populares.  Las observe con una mezcla de compasión y ternura, porque andaban buscando notoriedad y empleo.

El segundo grupo, lo constituia un conglomerado de mujeres de la clase media alta, cuidadosamente vestidas y maquilladas.  Esas también fueron a defender ardorosamente a los no-nacidos, aunque presumo que ninguna ha adoptado un niño o niña, ni abierto un orfanato, para los millares de niñ@s de la calle, que son diariamente abusados, violados, traficados, o mueren lentamente de hambre y enfermedades prevenibles.  Es otro tipo de protagonismos;  el del nido vacio, o la menopausia.

Me llamo la atencion el padre Ruiz, quien tácitamente nos calificó de estúpidos por “no entender que todo está pautado por la Constitución”.  Solo que se le olvidó que como, dijo Balaguer, “la Constitución “es un simple pedazo de papel”, además originaria del 1800, y refleja los valores de los hombres de ese periodo.  Es claro que confundía la Constitución con las 10 Tablas de Moisés.

“Llegaron llenos de patriotismo”, los formidables representantes de la Asociacion Medica Dominicana.  Waldo Suero (todo mi respeto para usted) planteo que  el aborto terapéutico es un tema médico y por ende nada tiene que ver un legislador o legisladora legislando sobre  el tema.  Que tanto el aborto, como cualquier otro asunto atinente a la salud debe transferirse a Salud Pública.

Bellas, incansables, con un caudal de juventud acumulada, Magaly Caram, Lourdes Contreras, Minou, Isabel Tejada, Sergia Galván,  Maribel Contreras,  y las hijas del Movimiento de Mujeres:  Natalia Mármol y Cira Taveras, repitieron lo mismo:  “Tenemos derecho a nuestro cuerpo y a nuestra salud reproductiva”.  Con el tácito apoyo de hombres como José Horacio, a quien necesitamos en el Congreso.