EL AUTOR es artista plástico. Reside en West Palm Beach.
La “brillante” idea del diputado peledeísta Luis Henríquez de exigir documentos que identifiquen a los usuarios de moteles y cabañas, nos brinda una idea de lo que están pensando algunos legisladores por el “desarrollo y bienestar de la patria”.
Según las alegaciones del señor Henríquez, esta ley “evitaría” que los delincuentes se escondan y secuestren personas en estos lugares.
La realidad es que en un motel puede suceder de todo, como ya se ha visto, pero nada de lo que sucede en un motel deja de ocurrir en cualquier casa u hotel de alto prestigio.
Esta ley “motolera” no es más que “una” forma de “decir”, de este diputado, «¡hey!, estoy aquí, trabajando y con excelentes ideas”.
No conozco aun un solo motel de Estados Unidos, centro y Suramérica en que se haya dicho «¡alto ahí! Identifíquense».
Hay negocios que surgen con ciertas características “distintas” a las regularmente sometidas por la generalidad.
Negocios en los cuales, la privacidad es vital, ya que “permiten” hacer, lo que no nos atrevemos hacer en nuestras “normales” vidas.
Si se quiere llamar “anormales” a estos truculentos negocios, pues llamémoslos así, solo que no nos olvidemos que a ellos podemos acudir para desahogar las fantasías y pasiones que llevamos dentro y que además son “secretas”.
¿De qué otra manera pretende este “honorable” diputado que desaforren la tortura, por unos instantes, todos esos matrimonios reprimidos y ahogados de lo mismo?
Que recuerde que no todos tenemos el coraje de librarnos de lo que “nos tocó” o de lo que “escogimos” y se transformó en otra cosa…
Gracias al que se le ocurrió la brillante idea de brindarnos un lugar “secreto” sin que tengamos que mostrar la cara, ni decir el nombre y mucho menos un documento de identidad.
Los gringos tienen una frase muy popular para sintetizar toda esta perorata que me ha hecho escribir el Doctor Henríquez: “ lo que pasa en las vegas…se queda en las vegas” …
Cualquier crimen, violación, secuestro, orgia y demás cachivaches, seguirá ocurriendo en hoteles, moteles, cabañas, hostales, en la casa del vecino y hasta en su propia casa.
Yo le sugeriría al Licenciado Henríquez, que promueva una ley de “nueva educación” donde se les exija a todas las escuelas primarias brindar enseñanzas sociológicas.
Que se les hable del amor y desamor a los muchachos. Que se lleven ante ellos a drogadictos y asaltantes para que les cuenten lo duro y equivocado de esas vidas.
¡Que se les hable de la vida! Y el eterno desfile de dramas que la secundan. Que se les enseñe a fluir ante ellos para no retener en sus pechos el stress que los podría llevar a errados caminos.
Promueva usted, Ingeniero Henríquez, el amor como el arma más poderosa para evitar el crimen, para que la gente no ande haciendo cosas a escondidas y tengan el coraje de decir lo que sienten…
Proponga también arquitecto, una ley contra el chisme, tal vez eso ayude muchísimo a los “malos entendidos” y hasta bajaría los índices de violencia.
Y ya que estamos proponiendo leyes “motoleras”, propongamos también que se mire mal, que se saque un dedo, que se canten canciones que promuevan orgías y sexo desenfrenado.
Cambiar a la sociedad de sus vicios siempre fue y será un asunto complicado. Nacemos programados para ser libres y nos vemos llegar a distintas sociedades con distintas normas.
Las normas caribeñas traen insertada un calor que nos «forza» a quitarnos la ropa ante el sol embriagante…en la playa, en la casa o en cualquier motel donde podamos hasta cambiarnos el nombre sin que nadie nos diga ¡alto ahí!. ¡Salud! mínimo caminero
massmaximo@hotmail.com
JPM
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