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La afirmación  del canciller ruso Sergey Lavrov de que su país no invadirá a Ucrania y que retirará las tropas de la frontera con esa nación no ha bajado la tensión ni despejado los temores de una acción bélica. Antes que darle algún crédito a las declaraciones de Lavrov, Estados Unidos ha solicitado a sus ciudadanos en Ucrania que abandonen ese país en un plazo de 48 horas. Si bien los presidentes Vladimir  Putin y Joe Biden estaban supuestos a hablar ayer sobre la crisis, el temor persiste porque occidente no cree en  Rusia. La firme determinación de Estados Unidos, la Unión Europea y otras naciones occidentales de intervenir ante un ataque de Rusia a Ucrania solo hace pensar en una guerra de impredecibles consecuencias. Las conversaciones directas han terminado hasta ahora sin resultados positivos. Lo mismo que las reuniones de Putin con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y otros líderes europeos. Antes del canciller ruso hablar del retiro de  las tropas, Putin no solo ordenó vuelos de reconocimiento en la línea con su aliado Bielorrusia, sino que viajó a China para transmitir un mensaje de poder. El ministro ruso anunció a la canciller inglesa Liz Truss, tal vez como estrategia,  que las tropas desplegadas en la frontera con Ucrania volverán a sus cuarteles, al tiempo de afirmar que no habrá ninguna invasión. Pero las potencias occidentales no han dado crédito al compromiso, pues se teme que el día menos pensado las tropas rusas amanezcan en suelo ucranio.

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