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Presento a mis lectores los fragmentos de una crónica política premonitoria sobre Haití, publicada en febrero 2021, hace casi cinco meses:
La honda crisis política que sacude a Haití hay que estudiarla como una resultante de su larga tradición constitucional de falta de límites temporales al ejercicio de presidencias imperiales y de la naturaleza de una parte de sus élites políticas dominadas por la idea de morirse en el poder.
Si bien la obra El Reino de este Mundo, del escritor cubano Alejo Carpentier, no trata el tema, hurga en los orígenes de la estratificación haitiana y la explotación de los negros por la clase alta (grands blancs). Esta novela mágico-realista es un “paisaje con un merengue al fondo” del volcán institucional que vive el vecino país.
Desde 1801, antes de su independencia, Haití ha votado más de una treintena de constituciones que han tenido como común denominador la inestabilidad política y la concentración excesiva del poder en unas pocas manos.
Como en la novela de Carpentier, doscientos años después de su independencia, los haitianos siguen estratificados en “moun anwo” y “moun amba” (los de arriba y los de abajo, en creol) y la política es un “coto vedado” de la corrupción de sus élites.
Jovenel Moise fue elegido Presidente en noviembre de 2016 y entró en ejercicio en febrero de 2017, tras una confusa situación precedida por la anulación de las elecciones de octubre del 2015 luego de denuncias de fraude electoral. Es decir, su asunción se produjo un año después de la fecha prevista por la Constitución.
La Constitución haitiana, enmendada en 2011, establece que el período constitucional es de cinco años.
Para evitar inestabilidad política, las constituciones modernas establecen que el período constitucional es de “duración fija”, por lo que pese a que Moise asumió la presidencia el siete de febrero de 2017, meses después de ganar los comicios de 2016, su mandato debió expirar el siete de febrero del presente 2021, y no en febrero del 2022, como alega el gobernante.
Esa posición es reforzada por prestigiosos constitucionalistas haitianos como los profesores Sonet Saint-Louis y Georges Michel, quienes afirman que las anuladas elecciones del 2015 y las del 2016 forman parte de un mismo proceso.
Toda esta maquinaria de desarticulación de la Constitución ha incluido la destitución de jueces y el cierre del Parlamento, que fue clausurado por Moise luego de varios intentos fallidos por renovar el mandato de los diputados y de dos tercios de los senadores.
La República Dominicana debe tomar conciencia de que, con su presidencia imperial, Moise conduce a Haití a un callejón sin salida que provocará un estallido social de consecuencias impredecibles.
Por: Namphi Rodríguez
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