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Es bien sabida la historia moderna de Cuba y su política exterior de no alineamiento, así como de enfrentamiento con Estados Unidos; por tanto hay que ver la cobertura y la importancia que se le ha dado a esos sucesos en función de lo que ha sido el desempeño de ese país en la política regional de América Latina y del mundo.
Para que una protesta de ese calibre, unos miles de personas, llegue a tener cobertura mundial, tiene que haber un marcado interés por parte de las agencias que se dedican a vender información en el mundo, especialmente si se trata de una país de apenas un poco más de 10 millones de habitantes y sin influencia en temas de seguridad mundial.
Cuba es, junto a Corea del Norte, uno de los últimos bastiones del socialismo en el mundo y tiene en su haber un historial de desafío a la política exterior de USA y Occidente en su relación con el mundo en desarrollo.
Bajo ninguna razón esto puede significar que quien escribe es un defensor del sistema socialista, pero sí del derecho a la no intervención y la autodeterminación de los pueblos, sin importar su tamaño y su importancia económica.
Sería de tontos creer que unas cuantas protestas que sumen unos miles de personas pueden dar a traste con un régimen que lleva más 60 años y que controla todos los poderes, además de la economía de ese país del caribe imperial.
Quienes azuzan la protesta en Cuba solo promueven el derrame de sangre inocente porque a ese régimen no lo pueden derrocar así tan fácil; lo más responsable con Cuba es la búsqueda de una negociación bilateral que empiece por el levantamiento del embargo a los fines de que el gobierno de la isla no tenga eso como pretexto para negar la apertura política y económica de ese país.
Con Cuba hay que negociar y bajo ningún esquema se le puede tratar de imponer el sistema económico y político en el que ese país debe vivir; eso solo le incumbe a los cubanos.
Por ser pequeña y con poca importancia mundial no se le puede negar a Cuba el mismo derecho que se le reconoce a China, por solo mencionar un ejemplo de un país que ha abierto su economía pero que mantiene su sistema político intacto.
Claro está que los ciudadanos cubanos tienen derecho a protestar aunque el sistema político de Cuba lo prohíba, y el gobierno no puede cegarse a esos reclamos porque son parte del pueblo.
El Pueblo Cubano quiere el fin del embargo y quiere apertura y libertad tanto política como económica porque quiere participar de los beneficios que eso ofrece a los ciudadanos del mundo, pero quieren también ellos quieren salvar lo bueno que tiene su sistema: servicios médicos gratuitos, educación de calidad gratuita, etc., etc. etc.
JPM
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