David Ortiz y Albert Pujols entre íconos latinos deporte de EEUU | AlMomento.Net

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El Madison Square Garden, la meca del boxeo, es un pabellón deportivo multiusos situado en el distrito de Manhattan, Nueva York. Sede de legendarias peleas en boxeo, entre ellas Ali vs. Frazier I, Lamotta vs. Robinson I y Hopkins vs. Tito Trinidad.
Precisamente el boricua, todavía coreado («Tito, Tito, Tito») en Puerto Rico cada vez que hace una aparición pública, fue uno de los dueños del Garden cuando peleaba allí. Pero fue unos años después que su compatriota Miguel Cotto se adueñó del complejo. Incluso más que una legendaria figura de antaño como Ali.
A mediados de este año, Cotto, ya retirado y exaltado al Salón de la Fama, recibió una ‘llave simbólica’ de la emblemática instalación. ¿Por qué? En sus 17 años de carrera, Cotto -oriundo del municipio de Caguas, PR- registró foja de 8-2 (siendo estelar y/o coestelar) en el Garden, con victorias sobre Sergio ‘Maravilla’ Martínez, Paulie Malignaggi, Zab Judah, Shane Mosley y la revancha ante Antonio Margarito, entre otras.
La gran comunidad boricua en la Gran Manzana hacía del Garden la ‘casa’ de Cotto, quien prácticamente estuvo imbatible allí. Al menos hasta que cayó, sorpresivamente, ante Austin Trout. Luego lo haría en su última pelea como profesional contra Sadam Ali.
Pero más allá del récord como peleador, Cotto (campeón en cuatro distintas divisiones) es el ‘rey’ del Garden porque, de acuerdo a ESPN Stats & Info, nueve de sus 10 peleas en la mítica arena fueron ‘sold out’, más que cualquier otro peleador en la historia del boxeo. Según la misma fuente, ‘Junito’ estableció un récord de venta de boletos para un peleador en el Garden. Para los promotores siempre significaba buen negocio, especialmente cuando coincidía con la Parada Puertorriqueña.
«Más que meca del boxeo, debe ser conocida como la meca de Miguel Cotto», aseguró en su momento el promotor de Top Rank, Bob Arum. «Vender a totalidad el Garden, se convirtió en su evento», concluyó Arum.
Cotto es historia en Puerto Rico y en New York, su segunda casa. (José E. Bartolomei)

Antes de 1955, cuando Roberto Clemente jugó su primer partido en Pittsburgh, ningún pelotero quería llegar a esa ciudad. En el filme ’42’, se documenta bien ese dato cuando Branch Rickey amenazaba con enviar a la ciudad del acero a los jugadores que maltrataran a Jackie Robinson.
Luego de 18 temporadas, Clemente y Pittsburgh eran sinónimo y no solo porque le devolvió el respeto a ese equipo con sus dos títulos de Serie Mundial en los que fue figura central. Si bien es cierto que en su natal Puerto Rico el astro es venerado como un héroe, casi un santo, Pittsburgh está en un muy cercano segundo lugar en cuanto al amor que siente por el astro puertorriqueño.
Si visitas Pittsburgh podrás hacer el experimento, sobre todo si eres puertorriqueño. Alguien te contará una anécdota, en cualquier lugar te asociarán con Roberto Clemente o llegarás a toparte en algún lugar con algo que tenga su nombre o con un mural que recuerde su grandeza. En cualquier rincón, puedes ver jóvenes y adultos, hombres y mujeres vistiendo la camiseta de los Piratas con el número 21, que año tras año es una de las más vendidas en esa ciudad del estado de Pensilvania.
A 50 años de su muerte en un accidente aéreo cuando llevaba ayuda humanitaria a los damnificados por un terremoto en Nicaragua, todavía su nombre sigue presente: en el puente Roberto Clemente que se ve desde el PNC Park, en el Museo Roberto Clemente, en la monumental estatua ubicada en la entrada del estadio, en el tamaño de la verja del jardín derecho (21 pies, honrando su número), en calles escuelas y muchos homenajes que le hace la ciudad.
El hombre que mejor ejemplifica «el juego de béisbol, el espíritu deportivo y la participación comunitaria», estuvo asociado por 18 años a Pittsburgh. Pero su presencia en esa ciudad perdura para siempre. (Hiram Martínez)

En octubre de 1995, la franquicia de los Mariners estaba en inminente peligro de irse de Seattle. Aun con el improbable avance del equipo desde estar a 13 juegos bajo los .500 en agosto a asegurar el banderín de su división el último día de la temporada, la venta del equipo parecía bastante decidida luego de que el condado de King rechazara el financiamiento de un nuevo estadio. El Kingdome era un lugar inhóspito para el beisbol y lucía en turno para su demolición.
Entonces, llegó ‘El Doble‘. Con dos corredores a bordo en la undécima entrada y los Mariners abajo 5-4, Martínez disparó un lineazo por la línea del jardín izquierdo, Joey Cora anotó la del empate y Ken Griffey Jr. hizo un dramático recorrido desde primera para anotar la de la victoria. ¡Los Marineros avanzan a la Serie de Campeonato de la Liga Americana!
El batazo decisivo de Martínez no solo llevó a los Mariners a ganar su primera serie de postemporada, sino que provocó un cambio total en la mentalidad de la ciudad. Unos meses después, la legislatura del estado de Washington se reunió en una sesión especial y aprobó un acuerdo para financiar lo que hoy es el Safeco Field.
Jamás un solo batazo había hecho tanto por una ciudad. No se equivocan los muchos que reclaman que gracias a Martinez, los Mariners juegan ahora en uno de los estadios más bellos del beisbol. Mas allá de darle exposición nacional como uno de los mejores bateadores derechos del beisbol, ‘El Doble’ convirtió al puertorriqueño en el mas grande ídolo deportivo de la ciudad.
Los Mariners se quedaron en Seattle, aunque superestrellas como Alex Rodriguez, Ken Griffey Jr. y Randy Johnson siguieron sus carreras en otros lugares. Martínez se quedó en Seattle durante toda una carrera que lo llevó al Salóon de la Fama. Su hazaña siempre será recordada cada vez que los fanáticos caminan por el ‘Edgar Martinez Dr.’, la principal avenida frente al Safeco Field. (Hiram Martínez)
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