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EL AUTOR es periodista. Reside en Baní.
Tan “orgullosos” están en el PLD de sus ex funcionarios que la mayoría de las figuras claves en sus gobiernos han pasado a ocupar el banco para darle paso a otros recién llegados a puestos importantes en la dirección partidaria.
Los clásicos defensores de los gobiernos peledeistas, sobretodo en los últimos ocho años, han hecho mutis una vez salidos del poder.
El ejemplo más claro es José Ramón Peralta, quien llevó la voz cantante de forma permanente en defensa de la gestión de Danilo Medina. Ahora parece estar mudo.
Este silencio colectivo de muchos ex funcionarios, la mayoría miembros del comité político peledeista, parece una línea trazada para tratar de limpiar la imagen del partido (una admisión de lo quemado que salieron) con algunas figuras nuevas no cuestionadas y de limitada influencia en esos dos periodos.
Un jefe de campaña y ministro como Francisco Javier García a penas se sabe de él. Temístocles Montás, un combativo todologo, se ha recogido al igual que Gonzalo Castillo el excandidato presidencial.
La lista es larga. Ellos, sempiternos miembros de la dirección peledeista, de buenas a primera le abren paso a otros sin su “prestancia” para que defiendan una gestión en la que no tuvieron principalia.
Danilo Medina, presidente de esa organización, tras un largo encierro salió a la palestra nuevamente para juramentar semanalmente “miles y miles” de nuevos miembros, aunque el pasado fin de semana en San Pedro de Macorís acotejaron el número en “cientos”, más discreto pero aún excesivo.
Medina en sus discursos lanza críticas a la actual gestión, resalta la suya, incluso hace comparaciones, pero se abstiene de tocar la tecla de la corrupción, para no hundirse más, por la que algunos de sus familiares están presos así como otros que fueron estrechos colaboradores.
El grito de “¿cuál corrupción?” ha quedado en el pasado.
La táctica de ocultar a connotados peledeista, casi todos señalados por el dedo acusador de la población, no aún por la justicia, no ha dado los resultados esperados pues todo indica que han pasado de ser el principal partido del país a una tercera fuerza, superados por el desprendimiento más importante ocurrido en su seno, la Fuerza del Pueblo.
Esas “nuevas estrellas” que han tirado al ruedo no contaron con el aval para ser precandidatos presidenciales pues fácilmente pudieron dar una sorpresa, que hubiera provocado que la táctica se comiera la estrategia y esas nuevas figuras desplazaran al viejo clan que dirige el PLD.
El dinamismo esperado con el lanzamiento acelerado de los aspirantes a la candidatura presidencial no se ha concretizado. El PLD, todavía sin despegar, sigue sin el esperado arranque que avizore un mejor posicionamiento.
Toda la podredumbre, y aún mas, por la que el pueblo los sacó del poder, ha sido confirmada por los casos que se debaten en la justicia.
Y aunque la nación ha sido estremecida por este vendaval de corrupción, son muchos los que creen, me incluyo, que lo peor no ha llegado y que no basta con algunas caras nuevas para detener el repudio que muchas de las viejas caras ocasionaron con su accionar desde el poder.
jpm-am
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