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Si el número de 190 diputados es una exageración para una nación tan pequeña, la labor que desempeñan los hace todavía más innecesarios.
A los legisladores se les ve como unos receptores de privilegios, a quienes preocupa más su suerte personal que las necesidades de la nación.
Además de un lujoso salario, los legisladores reciben exoneraciones para vehículos, dietas, viáticos, ayudas sociales y sabrá Dios cuántos beneficios más.
Ahora que se ha planteado una reforma constitucional para impulsar varias iniciativas el actual presidente de la Cámara de Diputados, Alfredo Pacheco, anunció que buscará una reducción de la matrícula del cuerpo legislativo.
Pacheco atina al reconocer que el cuerpo es demasiado grande y que por lo tanto debe reducirse. La misma iniciativa debería impulsarse en el Senado, que cuenta con una matrícula de 32 miembros, cuyos ingresos no se corresponden ni siquiera mínimamente con su desempeño.
Para colmo esos senadores disfrutan de un programa irritante para asistencia social. Tan pronto se inicie la discusión sobre la reforma constitucional hay que aprovechar para respaldar la iniciativa de Pacheco.
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