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El presidente de la Junta Central Electoral (JCE) advirtió que ese organismo navega en vacíos legales, en contradicciones e inconstitucionalidades, sin ser verdugo del proceso electoral, por lo que exhortó a los partidos “a nadar en el río de la democracia” para garantizar un proceso comicial “justo, transparente y equitativo”.
Lo expresado por el doctor Román Jáquez Liranzo subraya el propósito del Pleno de la JCE de reencauzar sus relaciones con los partidos que han endilgado a ese órgano de elecciones tener una errónea interpretación de la ley y de la Constitución en lo referido a la regulación de las campañas electorales.
La JCE convocó ayer a la Cumbre Marco Regulatorio de la Precampaña y Campaña Electoral con delegados de los partidos, durante la cual proclamó que la función de ese organismo es administrar el proceso electoral y hacer respetar las reglas del juego, y así debe ser.
Detener o posponer la tempranera campaña electoral, como lo desearía el Pleno de la Junta, oscila entre difícil e imposible, toda vez que, de manera directa o indirecta los partidos, incluido el oficialista, se han lanzado a las calles en furibunda fiebre proselitista.
Ha sido el propio titular de la JCE quien confiesa que si se hace una revisión a la Ley de Partidos 33-18, “solo quedarían cinco artículos” porque los demás han sido declarados inconstitucionales, lo que obviamente resta capacidad legal a la Junta para aplicar un estatuto de estructura jurídica débil y alcance limitado.
A los partidos les conviene tener como árbitro para las próximas elecciones municipales, presidenciales y congresuales a una JCE fuerte, activa, en capacidad y calidad de interpretar y aplicar leyes y resoluciones dirigidas a garantizar comicios libres, transparentes, concurridos.
Es por eso que el liderazgo político debería acoger con el mayor de los entusiasmos el pedido del presidente de la JCE de nadar en el mismo río en dirección al destino de un proceso electoral justo y equitativo, que es lo que más conviene a la democracia e institucionalidad.
Incontables conflictos faltan por generarse en el seno de la Junta, muchos de los cuales serán transferidos al Tribunal Superior Electoral (TSE) y algunos podrían llegar hasta al Tribunal Constitucional, pero lo sensato y prudente debe ser que todos los partidos acepten a la Junta Central Electoral como árbitro fiable y confiable.
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