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EL AUTOR es contador publico autorizado. Reside en Nueva York
Desde su inicio, la brutal agresión contra la pacífica Ucrania, por orden de un desquiciado agazapado quizás en un bunker en Moscú, mostró su carácter genocida por la bestialidad criminal del accionar militar del invasor, que cobardemente atacó y destruyó sin piedad edificios de viviendas, asesinando sus habitantes, torturando, robando y abusando sexualmente de las mujeres delante de sus maridos y de sus hijos.
En su optimista avance hacia la toma de la capital, Kiev, iba una larga columna de los temidos tanques rusos que presagiaban un desenlace desastroso para las tropas ucranianas y una inminente y fácil conquista del objetivo que le daría al invasor el principal trofeo de la ilegal e injustificada guerra imperialista desatada vilmente por el nuevo zar ruso, Vladimir Putin.
Todos pensaban que aquello iba ser un paseo de parte del poderoso ejército ruso; pero pronto nos dimos cuenta que estábamos equivocados cuando de repente, sorprendidos, vimos cómo era ridiculizado dicho poderoso ejército en el campo de batalla, cuando la columna de vehículos de guerra era atacada de manera efectiva por soldados estratégicamente ubicados en los bosques que bordean el camino, logrando de manera inteligente, desbandar la larga y amenazante hilera de tanques.
Al sentirse frustradas, por el destructivo ataque y dejando en el camino bastantes huellas de sus crímenes de guerra, las tropas rusas tuvieron que retroceder de manera desordenada, al ser repelidos continuamente y no poder con la valerosa resistencia con la que fueron combatidas, recibiendo un duro castigo que les ocasionó numerosas pérdidas de vida de soldados y varios de sus comandantes, entre ellos varios coroneles y generales.
La frustración hizo que los invasores, por orden del zar del Kremlin, desistieran de la toma de la capital y se replegaran hacia Bielorrusia, país cómplice de los invasores, empujados por los ataques contundentes de las tropas ucranianas, que lo obligó a cambiar de estrategia, decidiendo entonces concentrar sus tropas invasoras en la región del Donbás, pues allí cuenta con los separatistas prorrusos que hasta ese momento dominaban una tercera parte de dicho territorio.
También desde el mismo día del comienzo de la invasión está siendo asediada y destruida sin contemplación alguna la ciudad portuaria de Mariúpol, donde el genocidio y los crímenes de guerra han sido devastadores, a pesar de la increíble heroica resistencia del pueblo y el ejército ucranianos, que han enfrentado fieramente al enemigo y donde todavía se resiste en el último reducto desde el fondo de una planta siderúrgica, donde se atrincheran soldados y miles de civiles.
Desesperado por mostrarles a los rusos algún triunfo militar de su despreciable invasión terrorista, el nuevo Hitler del siglo 21, anuncia que ya tomó esa ciudad indomable de Mariupol, al mismo tiempo que desconcertado por la pertinaz resistencia y la pérdida continua de sus soldados atacantes, ordenó descontinuar los ataques a los atrincherados, pero sin permitir que «salga ni una mosca» desde su interior…
Ojalá y no sea tarde, con las nuevas y más efectivas ayudas en recursos militares de parte de Estados Unidos y los países pertenecientes a la OTAN, la heroica Ucrania pueda vencer a los cobardes invasores que hoy mancillan su territorio y así logren frustrar los diabólicos planes imperialistas y expansionistas de ese demonio establecido en el Kremlin a quien de manera pusilánime se le ha permitido enseñorearse y ocasionar esta barbarie poniendo en peligro a toda la humanidad.
JPM
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