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La cubana y la nicaragüense: dos revoluciones fracasadas  | AlMomento.Net

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EL AUTOR es contador publico autorizado. Reside en Nueva York

En 1959, precisamente el primero de enero, un guerrillero barbudo entraba triunfante a la Habana, luego de derrotar las tropas desmoralizadas del gobierno dictatorial de Fulgencio Batista. 

Aquella epopeya esperanzadora, protagonizada por un reducido grupo guerrillero, luego convertido en un ejercito irregular de “combatientes revolucionarios”, comandados por Fidel Castro, su hermano Raúl, el argentino Ernesto de la Serna Guevara, alias Che, Camilo Cienfuegos, entre otros; admirada por los amantes de la democracia, la libertad y el respeto a los derechos humanos, en todo el mundo, hoy es la antítesis de lo que se esperaba. 

El resultado de la famosa “Revolución Cubana” ha sido extremadamente decepcionante y dañino; ha sido desastroso, para ser más exactos: 62 años de férrea dictadura comunista, caracterizada por el dominio de Cuba cuadra por cuadra, por los tenebrosos “Comités de Defensa de la Revolución”, que ha producido millones de exiliados, largos períodos de hambrunas y escaseces, miles de presos, muertos, torturados y decenas de desaparecidos en el mar escapando de aquel infierno. 

El 19 de julio de 1979, se produce en Managua, Nicaragua, un hecho histórico similar al ocurrido en la Habana el 1 de enero de 1959; o sea, exactamente 20 años después, cuando entran a la capital nicaragüense de manera triunfante las tropas sandinistas que por largo tiempo luchaban para derrocar la dictadura que acababa de caer, tras la huida del dictador Anastasio Somoza Debayle, “Tachito”. 

De aquella “revolución sandinista”, que había creado similares expectativas que la cubana en todo el mundo, el resultado viene a ser el mismo: una larga y mega corrupta dictadura familiar comandada por uno de los líderes históricos del sandinismo, Daniel Ortega y la esposa, Rosario Murillo, presidente y vice presidenta, cuyo régimen actual tiende a afianzarse y perpetuarse a base del uso de la fuerza brutal de la represión incesante, arreciada en los últimos meses. 

Con las últimas detenciones e inhabilitación de candidatos, políticos opositores, defensores de los derechos humanos y periodistas, el régimen procastrista, trata de evitar enfrentarse al riesgo de perder las elecciones presidenciales que se celebrarán el próximo 7 de diciembre. 

Entre los líderes opositores detenidos por la dictadura están la hija de la ex presidenta Violeta Barrios de Chamorro, Cristiana Chamorro, acusada de lavado de dinero y “falsedad ideológica”, entre otros cargos; Arturo Cruz Sequeira, acusado de “atentar contra la sociedad nicaragüense. 

Además, fueron detenidos, Félix Madariaga, acusado de supuestamente pedir intervenciones militares, “organizarse con financiamiento de potencias extranjeras para ejecutar actos de terrorismo y desestabilización”, “demandar, exaltar y aplaudir la imposición de sanciones contra el Estado de Nicaragua y sus ciudadanos” e “incitar a la injerencia extranjera en los asuntos internos” y Juan Sebastián Chamorro, acusado de los mismos delitos.  

Es inconcebible que hoy, esas dos brutales tiranías comunistas, que oprimen inmisericordemente a sus pueblos y que no piensan jamás ceder espacios; sean inexplicable y descaradamente ignoradas por la comunidad internacional, comandada por lo Organización de Naciones Unidas, que se hace de la vista gorda y mira para otro lado para no enfrentar ni denunciar al sustituto del otrora dictador, Anastasio Somoza; el despótico y ultra corrupto dictador comunista, Daniel Ortega y Saavedra y a la esposa cómplice. 

JPM

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