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EL AUTOR es abogado y político. Reside en Nueva York.
En la vida pocas cosas pasan por casualidad. Y en el campo de la lucha política menos, donde todo obedece a un plan preconcebido y a una coordinación de acciones que apunten a conseguir el objetivo deseado.
En este sentido, nada es tan inocente como aparenta, pues hasta en la acción más insospechada se esconde un motivo oculto que la impulsa y que para descubrirlo se necesita hurgar un poco más en lo profundo, cosa que pocos hacen y no les interesa hacer. Por eso, la mayoría se queda en la superficie, mirando lo mismo que todos ven.
Esto es tan cierto, que hasta el momento que se escoge para realizarlas también envuelve una manipulación oculta, pues no es lo mismo hacerlas en un momento en que la gente y los encuestados están influidos por la popularidad transitoria de una acción, como los sometimientos judiciales de alta jerarquía o hacerla cuando el gobierno y el presidente están en baja, o por lo menos cuando los ciudadanos se encuentran en una situación de mayor reflexión.
Las encuestas (donde siempre hay muchos intereses envueltos, unos que salen afectados y otros glorificados dependiendo de quien patrocine la encuesta), tampoco escapan a la influencia de los intereses que se mueven alrededor de ellas.
Así tenemos que los gobiernos tienen un peso gravitante y mucho poder para disfrazar de imparcialidad alguna encuesta de su interés, mandándola a realizar a través de terceros afines y negociantes allegados. Cuentan con que si se descubren su inconsistencia, falsedades o manipulación, se puede alegar errores involuntarios y que dichos sondeos se pueden volver a hacer para rectificarlos, como pasó en la reciente encuesta Gallup.
A favor de los manipuladores, existe como refugio la excusa de que la verdad en las encuestas son el retrato de un momento y que esta foto no es la misma en distintos momentos, por lo cual la misma puede variar. Un bajadero perfecto para justificar los errores adrede, y proyectar tendencias en el elector al margen de que tales manipulaciones puedan quedar al descubierto.
Nadie cuestiona la seriedad y asertividad que en el tiempo ha tenido la firma encuestadora Gallup. Pero nadie tiene el monopolio de la verdad. Mucho se ha visto en el tiempo que ciertas personas e instituciones de cierto prestigio han terminado siendo descubiertos en la comisión de hechos horrendos. El prestigio de una persona o institución no puede ser en modo alguno el dique protector para escapar a la fiscalización y transparencia con deben actuar los actores públicos.
Además de que, las más prestigiosas y reconocidas encuestadoras a nivel mundial se han equivocado medio a medio y los ejemplos sobran. Y Luis Abinader estaba urgido de crear un golpe de efecto a su favor, acosado por la inflación sin control que le pasa y le pasará factura, la desesperanza ante el cambio que ha dejado casi todo igual, y lo que no lo ha empeorado, así como la deficiencia y falta de planificación en las acciones del gobierno.
Por eso, Abinader ante la falta de logros y solución a los problemas básicos del país, le interesa imponer la percepción de que todo marcha bien y a su favor, cuando los mismos datos y números de la dichosa encuesta revelan lo contrario.
Y nada mejor que emborrachar el pueblo con encuestas tequila, como bien dijo el presidente Leonel Fernández al hacer mención de las encuestas sastre que ha venido haciendo el gobierno de Abinader bajo el patrocinio de Mexicanos.
Vista así la cosa, lo que se cuestiona de la reciente encuesta son sus incongruencias y contradicciones con los datos que ella misma revela, como, por ejemplo, que la gran mayoría estima que el país no va bien y sin embargo quien lo está conduciendo por ese camino malo, su verdugo, sale bien aprobado. No es posible adorar a quien te atormenta a latigazos, te pone a sufrir y te pone a llorar.
De ahí que los intentos de sustituir la realidad por la percepción creada no resultará ni tampoco detendrán el crecimiento de Leonel y la Fuerza del Pueblo, alrededor de los cuales se nuclearán las fuerzas opositoras en una ruta segura hacia la victoria en el próximo proceso electoral del año 2024.
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