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El ministro de Turismo, David Collado, y el titular de la Dirección General de Impuestos Internos (DGII), Luis Valdez, anunciaron por separado que serán gravados los alquileres turísticos de corta duración, así como todos los servicios de plataformas digitales, con lo que se espera recaudar unos tres mil millones de pesos.

Esa iniciativa golpea de manera directa a la clase media que ha procurado incrementar ingresos a través de rentas de inmuebles por vía de compañías como Airbnb dedicadas a la oferta de alojamiento, y que también es usuaria de plataformas como Amazon, Expedia, Google, Netflix, Spotify, DiDi, Uber, entre otras.

Collado admite que los alquileres turísticos constituyen una realidad a nivel mundial y que en República Dominicana se ofrecen por vía digital 55 mil habitaciones, lo que resulta una porción microscópica con relación a dos millones de propiedades que ofrece esa compañía en 192 países y 33 mil ciudades.

La razón expuesta por el funcionario para anunciar que en un plazo de 60 días se impondrá gravámenes a esa actividad es porque “ha crecido de manera extraordinaria”, como si eso fuera un pecado capital.

El director de la DGII se atreve a afirmar que los impuestos que se adjudicarían a los servicios que ofrecen esas plataformas no perjudicarían a los consumidores, como si tales penalidades no se traspasarían a los usuarios.

Toda actividad productiva debería estar incluida en el catálogo de fiscalidad, pero no parece prudente que en medio de una crisis económica sin precedentes, se pretenda afectar a la clase media para recaudar tres mil millones de pesos que no alcanzan para dos semanas de subsidio a los combustibles.

Bueno sería que la administración tributaria se atreviera a presentar una reforma fiscal que grave grandes utilidades y desaforadas fortunas incrementadas durante la crisis pandémica y la causada por los efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania.

Este no es el momento para atormentar a la ciudadanía con desaforados afanes impositivos que solo sirven para lacerar aún más a una clase media que carga por sí sola la pesada cruz de la crisis económica. Tanto golpea la gota al cántaro…

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