Quiérase o no, desde el retiro del cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, en la Iglesia católica del país se ha sentido un gran vacío.

Claro, López Rodríguez en ocasiones asumía roles de gallito de pelea que le generaban animadversión en una parte de la sociedad, pero su credibilidad nunca estuvo en juego, así como su interés en buscar soluciones salomónicas ante cualquier asomo de crisis políticas o social.

El obispo de la diócesis de Baní, monseñor Víctor Masalles, dio en el clavo al tocar el tema y admitir que la Iglesia está perdiendo el rol de mediadora tradicional.

Aunque no lo mencionó por su nombre, Masalles sabe que al igual que López Rodríguez, en la Iglesia hace falta alguien que se ponga los zapatos de Agripino Núñez Collado, el mediador por excelencia en el país. Si no aparece ese líder, los católicos seguirán relegados a un segundo plano.