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Cada 4 de marzo, la Federación Mundial contra la Obesidad convoca a “celebrar” el Día Mundial contra la Obesidad, que más que una celebración es un llamado a la conciencia de todos acerca de este grave problema que afecta la salud de millones de personas.
La obesidad es una anormal acumulación de grasa en el organismo, provocada por la ingesta de alimentos ricos en carbohidratos, dulces de todo tipo y bebidas azucaradas, resultado del bombardeo que se promueve de comida chatarra.
El problema, de por sí grave, es que esa gordura en aumento es apenas la punta del iceberg, porque genera otras patologías mucho más severas, como la hipertensión, diabetes, arritmias y afecciones cerebrales o cardíacas más peligrosas que pueden llevar a la muerte.
Según cifras de 2016 la obesidad afectaba a 1.900 millones de adultos y a 340 millones de niños y adolescentes. El obeso es una persona con escasa calidad de vida, las mujeres sufren mucho más esta patología porque al no encajar en los estándares de belleza baja su autoestima y padecen depresión, angustia y aislamiento social.
Aunque cada vez más las autoridades sanitarias prestan atención a las consecuencias de la obesidad, la dolorosa realidad es que la comida chatarra goza de muy buena salud. A esto hay que sumarle el sedentarismo, largas horas frente al televisor, los videojuegos, prolongado trabajo en oficinas, la falta de ejercicio y la ausencia de la práctica de deportes.
La costumbre de comer en la calle, de no tomarse el tiempo para prepararla en casa, las empanadas fritas, hamburguesas, salchichas, donas, bizcochos bañados en dulces que se venden en las escuelas, en las esquinas, los refrescos azucarados, todo aporta a llenar el organismo de una grasa innecesaria que no hay manera de “quemar” y que convierte a millones de personas en verdaderas bombas de tiempo.
Quizá una buena manera de “celebrar” esta fecha sería hacerse un chequeo médico, consultar a un nutricionista sobre cómo comer sano, fijarse una rutina de caminata y ejercicio liviano, ignorar las propagandas de comida basura y las dietas mágicas y, finalmente, disfrutar en salud.
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