EL AUTOR es abogado. Reside en Puerto Plata.

Para las venideras elecciones presidenciales del 2024, es claro que aún no sabemos con claridad quién va a ganar dicha contienda electoral. Pero tenemos un indicio que podría darnos una idea de lo que podría ocurrir: La tasa de rechazo de los candidatos.

La pregunta que surge inmediatamente es: Matemáticamente, ¿Podría un candidato con una tasa de rechazo superior al 50% ganar en primera vuelta? Y otra pregunta no se hace esperar si la respuesta fuera un sí: ¿Cómo? Si para ganar en primera vuelta se necesita obtener un 50% más un voto. Es decir, tendría el candidato que tener poco menos del 50% de rechazo para poder ganar en primera vuelta.

Vuelve otra pregunta obligada: De los posibles candidatos, ¿Quién o quiénes tienen actualmente una tasa de rechazo de los electores por sobre el 50%? Es claro que eso no es tan fácil de determinarlo ahora (por la escasa credibilidad de muchas mediciones), pero los resultados finales de la contienda del 2024, serán quienes nos lo dirán.

Lo anterior se sustenta en el hecho de que todavía hay quienes piensan que el Sr. Luís Abinader per se fue quién sacó al PLD del gobierno en el 2020. Y nosotros entendemos que esencialmente no fué así. La tasa de rechazo real (conforme a los resultados), fue quien verdaderamente lo sacó (PLD). 63% de los electores entendieron que las otras opciones eran mejores o más convenientes, lo que hizo que se convirtiera en su tasa real de rechazo.

Su candidato (Gonzalo Castillo) obtuvo un 37%, lo que quiere decir, que su tasa real de rechazo se ubicó en alrededor del 63%. Todo el que votó por el PRM y aliados, por LFP y aliados, y por Alianza País (los tres juntos obtuvieron 62.38%), contribuyó con su voto al rechazo real que finalmente recibió el PLD. El que finalmente ganó (Luís Abinader), obtuvo un 52.52%, ubicando su tasa real de rechazo en un 47.48% (por eso pudo ganar en primera vuelta).

Como en RD ya nos acostumbramos a votar por el mal menor (el menos malo), nosotros creemos que esa misma será la dinámica que dominará el escenario en el 2024. Es decir, ganará (sea en primera o en segunda vuelta), el que se beneficie de la menor tasa real de rechazo de los electores. Lo que nos conduce a afirmar, que la lucha real no es contra los demás candidatos, sino contra su propia tasa real de rechazo.

¡Sea usted el jurado!

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