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EL AUTOR.
Las hordas que muestran hostilidad hacia la República Dominicana pueden ser catalogados como terroristas o verdaderos criminales contra la humanidad por sus acciones sanguinarias, dentro y fuera de Haití. El Estado haitiano toma una actitud pasiva por su condición de Estado fallido. Cuando grupos toman el control de sectores y territorio, el Estado como tal deja de tener control y pasa a ser un pseudo Estado.
El Estado dominicano incrementó las presiones hacia esos grupos hostiles y ha activado focos de alerta contra grupos desestabilizadores. Ellos, los desestabilizadores de Haití, al parecer encontraron una resistencia que no esperaban. Hemos sido testigos de sus discursos cargados de resentimientos heredados de sus antepasados que lucharon siglos atrás contra nuestra independencia y libertad: tampoco nos atemoriza, porque ellos no pudieron derrotar a nuestros antepasados, a aquellos valientes hombres que lucharon por nuestra soberanía.
El cómico de siempre se mantuvo desafiante, cobijándose en antiguos resentimientos y buscando aceptación en su pueblo, pero le generó rechazo. Su discurso de odio para tratar de ser un mesías en su país, no fue bien visto, ni aquí ni allá. Ese país hace poco fue objeto de un magnicidio que consternó al mundo.
República Dominicana nos duele a la mayoría de dominicanos. Somos libres y muy fuertes, nuestra historia está ahí. Por ello ningún líder tóxico puede insultar ni conspirar contra nuestro país. Este ha sido un país hospitalario.
No se puede permitir las maquinaciones perversas, ni de aquí ni desde allá y mucho menos sin consecuencias. Toda acción conspirativa debe acarrear de forma inmediata las penas más drásticas. Es un peligro, líderes tóxicos y de semejantes calañas dirijan un país vecino, ya que pondrían en peligro la paz de nuestros pueblos.
Nuestro país es una democracia que pide ante organismos internacionales tutelar y respaldar a Haití. La pobreza, inseguridad y terrible crisis económica haitiana es una verdadera amenaza a la estabilidad regional, por lo que una fuerza internacional para la paz y estabilidad económica de Haití sería lo que amerita. Una fuerza autorizada por los organismos internacionales.
Este país es pacífico y no se dejará provocar ante amenazas de cómicos ni de terroristas. Nunca atacaremos, pero nunca dejaremos de defendernos. El principal objetivo es mantener la paz. Nuestro Estado es mucho más fuerte y no es la primera amenaza que ha enfrentado el valiente pueblo dominicano. No debemos prestar atención a un grupo de neonazistas haitianos, que han sido capaces de citar a personeros que se fueron a sus tumbas con sus manos manchadas de sangre dominicana.
Debemos cada día frenar los grupos de matones internacionales que operan desde Haití y se benefician del narcotráfico, tráfico de armas, secuestros, extorsiones, robos y de los sectores que apuestan al caos, acciones que, desde allá, también nos afecta aquí.
En tiempo de paz lo último que llega un Estado a utilizar para garantizar la seguridad son sus Fuerzas Armadas, pero en tiempo de conflicto es el primer instrumento a ser empleado. Nuestro pueblo cuenta con sus Fuerzas Armadas, su historia está ahí; pero los uniformados necesitan respaldo, cohesión y unidad, y, no desmerecerlos, humillarlos o perseguirlos.
jpm-am
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