EL AUTOR es ministro cristiano.
Lo absurdo de lo absurdo es que el hombre actúa de una mala manera, con el propósito de conseguir algo que sea bueno, pero la realidad es que nunca lo malo produce lo bueno. Por eso, es absurdo pensar que el mundo en una conducta equivocada piense que le va a ir bien.
Hay que tener en claro, que no se puede sacar agua dulce de una fuente de agua salada, ni pensar que de las tinieblas podrá sacarse la luz. Entonces, es absurdo que el hombre piense que con las maldades que se hacen en el mundo, podremos construir un mundo mejor.
El desorden de las religiones, que es bien sabido que es producto de las libertades de cultos y de conciencia, no convergen en el principio del amor, porque algunas se fundamentan más en emociones que en la palabra de Dios. Es absurdo que una o varias denominaciones cristianas vivan interpretando que en todo lo que se hace hay anticristos, el número de la bestia u otros mecanismos de control religioso. Por eso es absurdo pensar que las vacunas son objetos de control de cualquier sistema del mal.
El hombre religioso debe saber que el ser humano más iluminado por Dios, lo ha sido Jesucristo. En tal virtud, su religión es la manifestación de la voluntad de Dios en el bienestar humano.
Por eso, antes de emitir algún juicio hay que consultarlo con la palabra de Dios, para no orientar o encaminarse hacia un vacío innecesario. Cristo es y será el conductor del creyente a la vinculación con Dios. De ahí que, él es el camino, la verdad y la vida que conducen al Padre Celestial.
Como respuesta a cualesquier circunstancias, el hombre debe ir a la Biblia, donde se encuentra escrito todo lo que Dios quiere para el ser humano. No son válidos los sueños ni revelaciones ni visiones, pues todo ya está escrito.
Si decimos que el hombre es pecador es porque Dios lo dijo primero; si decimos que Dios perdona los pecados al creyente en el bautismo, es porque Dios lo dijo y; si decimos que hay vida eterna, es porque Dios ya lo comunicó. En consecuencia, Dios ha sido sabio y nos da su palabra inspirada y revelada por el Espíritu Santo.
Sería absurdo que hemos pasado un año orando para que Dios nos dé la salida de esta pandemia, y que ahora algunos no quieran vacunarse. Las vacunas son medios preventivos que limitan y entorpecen el accionar del Coronavirus; seamos sabios, ya que cada creyente que oró y algunos hasta ayunaron, buscaban una respuesta en Dios, y ahora recibida corra a vacunarse, no sea que tiente al Señor, estando en contra de lo que él ha permitido para el bien de la humanidad.
Entiendo que hay que respetar la idea de cada quien, pero a la vez, entiendo que la convivencia social es una responsabilidad de todos. Reconozco que ha habido una complejidad entre la apertura de las actividades económicas versus la protección de la salud., pues ambas se complementan.
Sin salud no hay economía y sin economía la salud peligra. De ahí que, la responsabilidad ciudadana, empresarial y gubernamental son indispensables para el bienestar de todos.
Es absurda una huelga médica en tiempo de pandemia, como es tan absurdo que los sectores correspondientes no estén sentados negociando una solución. Hago un llamado al Excelentísimo Presidente a obligar a los sectores envueltos en esta difícil situación a reunirse dentro de un marco de honestidad y seriedad, para solucionar esta crisis.
También debe señalarse, que es absurdo que algunos ciudadanos no quieren someterse a usar mascarillas ni guardar distanciamientos ni lavado continuo de las manos. Todo lo anterior, nos lleva a proclamar que aprendamos a amarnos a sí mismos, para que aprendamos amar al prójimo. Sin amor estamos perdidos.
JPM
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