El autor es escritor y publicista. Reside en Santo Domingo
El asesinato de Manolo, el 21 de diciembre de 1963, fue el arribo a un dolor que se extendió hasta la Revolución de Abril de 1965, donde brilló la luz de una esperanza. Manolo fue la promesa esperada, una recapitulación, una verdadera síntesis de lo que ambicionábamos –y aún ambicionamos– para el país.
Creo, estoy seguro, que el asesinato de Manolo representó la muerte de un anhelo que se trocó en efímera utopía durante aquel glorioso abril y que, en 1966, se convirtió en lastimosa frustración con el arribo de Balaguer al poder.
Es una verdadera lástima que las nuevas generaciones no escuchen hablar de Manolo Tavárez y de nuestros amados héroes. Y ese, precisamente ese, fue uno de los mayores daños infligidos por Balaguer y los gobernantes que le han sucedido, los cuales soslayan, borran, de la historia dominicana los ejemplos donde el heroísmo y la dominicanidad fueron la sustancia primordial en la construcción de lo que somos.
jpm-am
ALMOMENTO.NET publica los artículos de opinión sin hacerles correcciones de redacción. Se reserva el derecho de rechazar los que estén mal redactados, con errores de sintaxis o faltas ortográficas.