“Un hogar no es un edificio, ni una calle, ni una ciudad; no tiene nada que ver con cosas tan materiales como los ladrillos y el cemento. Un hogar es donde está tu familia”, escribió alguna vez el papa Juan XXIII.
Traemos a colación esta frase porque precisamente noviembre es el Mes de la Familia en República Dominicana, instituido por decreto 1656 del Poder Ejecutivo en 1971.

El objetivo de esta resolución es promover campañas para rescatar a la familia, resaltar su importancia y aportar a que ese grupo social primigenio sea preservado como lo que es, el núcleo donde se forman los seres humanos desde sus primeros pasos, donde aprenden los valores, saberes y costumbres con que saldrán al mundo.

Aunque originalmente el concepto de familia incluía al padre, a la madre y los hijos del matrimonio, esta característica se ha ido ampliando al paso de los años porque la sociedad y sus modos de vida han ido moldeando varios tipos de familia, como las monoparentales, formadas por uno solo de ambos tutores y un solo vástago.

Las familias crean lazos que son inalterables por encima del tiempo y la distancia, y aunque a veces, por exigencia de los tiempos, los padres o las madres tienen que irse lejos a buscar el sustento, mantienen esa relación hasta que en algún momento pueden volver a reunirse, o también se “agrandan” cuando los adultos mayores tienen que ser “adoptados” debido a su vejez, a su soledad y su falta de recursos.

En República Dominicana el concepto de familia y su importancia está muy enraizado y revive en determinados momentos del año, como en las fiestas navideñas.

O cuando la diáspora emprende por unos días el regreso a lo que fue su hogar, su pueblo, su tierra natal y a reencontrarse con sus seres queridos.

Todos los seres humanos hemos sido moldeados por la familia, por los padres, los tíos y los abuelos, y por eso, cuando cuidamos a ese núcleo cuidamos a la sociedad, porque cuando tenemos mejores familias también contamos con la certeza de estar construyendo un mundo mejor.