[ad_1]
Tal parece que las empresas distribuidoras de electricidad (las Ede) están condenadas a retornar a control privado desde donde fueron rescatadas en 2005 por el Estado en situación de quiebra sin mínimos síntomas de recuperación en 20 años bajo administración pública.
Un informe del Ministerio de Energía y Minas revela que las pérdidas de energía de las Ede crecieron en un 13.9 % en julio, comparado con el mismo mes del año pasado, lo que quiere decir que en igual proporción se incrementan los recursos que el Gobierno debe transferir al subsector eléctrico para subsanar esos déficits.
Lo que ocurre con Edeeste, Edesur y Edenorte parece cosa de locura porque, conforme a esas estadísticas oficiales, se incorporaron 83,007 nuevos clientes a las carteras de esas empresas, pero disminuyó el cobro por el uso de energía servida en 0,7 %, al no gestionarse el pago a 17,338 personas.
De tres millones, 071,039 clientes activos que registran las distribuidoras de electricidad, sólo se pudo cobrar la factura de consumo a dos millones, 361,415, por lo que al mes de julio, 709,624 clientes de las Ede no pagaron o no le cobraron. Por ese camino se llega a ninguna parte.
Un dato relevante respecto al deficiente comportamiento en la distribución y comercialización de las Ede refiere que las pérdidas de esas empresas se situaron en 35.2 %, con respecto a julio del año pasado cuando se ubicaba en 30.9 %, lo que significa, en términos neto, un retroceso.
Los aspectos indicados como positivos en las operaciones de las distribuidoras de electricidad, como aumento de la cobranza (4.8 %), recuperación de energía (-2.1 %), reducción en la recuperación de efectivo (1.7 %), es como para colocar las manos sobre la cabeza.
Por las razones que fueren, aflora el contrasentido de que aumenta la generación de energía eléctrica, pero también los apagones; se incrementa el número de clientes, pero asimismo, los que no pagan por la energía consumida, así como el número de consumidores irregulares que ni pagan ni se les factura.
Hay razones para sospechar que lo que ocurre a nivel de las distribuidoras de electricidad podría despertar interés o apetito de que esas empresas estatales se incluyan en el esquema de inversión público-privado para su retorno a la privatización, remedio fallido que obligó al Estado a read
[ad_2]
Source link