No se percibe sensación de encontramos inmersos en una crisis de gran envergadura | AlMomento.Net
El autor es economista. Reside en Santo Domingo
POR GUSTAVO VOLMAR
A pesar de que los precios de la canasta básica de bienes de consumo, impulsados por los alimentos y los combustibles, han estado subiendo a un ritmo que no habíamos padecido desde hace años, no se percibe en la opinión pública una sensación de que nos encontramos inmersos en una crisis de gran envergadura.
Tampoco se observa esa percepción entre los empresarios y los inversionistas. En otros países de la región, por el contrario, aunque tienen un nivel de inflación parecido al nuestro, puede apreciarse que prevalece una notoria desconfianza acerca de las perspectivas económicas, a juzgar por los análisis e informes publicados en sus medios de prensa.
Juega un papel en esa diferencia, por supuesto, el hecho de que nuestra economía se haya mantenido creciendo a un ritmo muy satisfactorio, no obstante las circunstancias externas adversas por las que estamos atravesando.
Esto así, porque al ser el crecimiento visible en términos de proyectos, empleos y generación de ingresos, influye para que las percepciones acerca del futuro no sufran un fuerte deterioro debido a la inflación.
Pero como en cualquier otra relación entre causas y efectos, podríamos preguntarnos si es posible que tanto esas percepciones como dicho crecimiento dinámico estén siendo por igual influidos por algún factor que incide sobre ambos simultáneamente.
De ser así, es probable que este factor sea la estabilidad del valor del dólar en pesos dominicanos. Esa estabilidad actúa como un ancla para que las percepciones se mantengan favorables, y crea la confianza necesaria para que prosigan los planes de expansión de las actividades productivas.
Eso no evita, lógicamente, que la inflación y los correctivos aplicados para controlarla tiendan a ejercer un efecto de contracción respecto del gasto total en la economía, cuya magnitud dependerá de su duración.
Se observa en Latinoamérica que las percepciones más desfavorables coinciden con altas tasas de depreciación de la moneda nacional, y a su vez las acentúan.
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