La temporada ciclónica 2021 se inicia mañana, la que los expertos pronostican menos activa que la anterior, lo que necesariamente no debiera inducir a descuidar la vigilancia.
Por suerte hay suficiente experiencia acumulada por lo que se puede asegurar, sin exagerar, que el país está preparado para abordar cualquier contingencia y estamos en condiciones para afrontar el embate de la naturaleza, aunque a decir verdad, lo mejor es que no nos toque ninguno de consideración.
Nuestros organismos de socorro han avanzado mucho en prevención de desastres, en respuestas a emergencias, cumplimiento de protocolos para este tipo de situación y en coordinación interinstitucional.
Pero todo no es color de rosa. Persisten grandes necesidades en el ámbito meteorológico: actualmente en República Dominicana no hay sistemas de radares Doppler para dar seguimiento a los fenómenos atmosféricos que nos amenacen y hace falta la instalación de más estaciones automáticas en todo el país.
También convendría la suscripción de más acuerdos de colaboración con Estados Unidos y Europa (pioneros en las previsiones del tiempo y pronósticos de huracanes).
Pero el elemento más fundamental que impide el desarrollo de la institución meteorológica dominicana es la falta de recursos financieros propios, lo cual podría ser una realidad con tan solo elevar la categoría de oficina a instituto científico y así empezar a capacitar a su personal desde los centros de educación superior, y adquirir las herramientas tecnológicas necesarias para la realización de una cobertura total de los fenómenos naturales.
Es cierto que en los últimos años la conciencia preventiva se ha despertado en la población dominicana con el mejoramiento de los productos meteorológicos, sin embargo, desde las altas instancias todavía se nota la falta de iniciativas para dotar de personal idóneo y de recursos económicos a las instituciones de protección civil.
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