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Émulo de los nazis, que lo persiguieron en su infancia por ser judío; principal asesor estratega, desde Kennedy hasta Obama, del dominio imperial de los Estados Unidos en todos los espacios que se le ocurrían; diseñador de regímenes dictatoriales en todo el Tercer Mundo; instructor de los más horrendos genocidios en numerosos países desafectos de Washington; diseñador de las peores alianzas guerreristas con regímenes de facto… En fin, fue un caso extremo de insensibilidad, abuso de la fuerza y negación de la paz mundial… (Por todo eso, dudo que cualquiera que lo haya conocido hoy esté enviando su pésame a los deudos de Henry Kissinger).
La entrada Que no descanse en paz se publicó primero en Periódico elCaribe.
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