El autor es licenciado en Tecnología. Reside en San Cristóbal.

POR LUIS SERGIO NINA

El 30 de noviembre de 1946 nace un hombre de buen corazón, honesto, dedicado, ético y solidario. Desde muy joven estuvo ligado a las luchas de los clubes culturales y deportivos. 

Comunitario incansable, sintiendo un profundo compromiso por el barrio 27 de febrero y el sector de Villa Juana. 

Santana, uno de los fundadores del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) y del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, luchó por el desarrollo y la preservación de estas instituciones; formó parte de múltiples comisiones para la protección de periodistas amenazados en el ejercicio de sus funciones. 

El 11 de abril del 2014 fue reconocido por el Colegio Dominicano de Periodistas, designando con su nombre el salón de la tercera planta de la edificación del CDP. 

Como periodista trabajó en los periódicos Listín Diario, El Nacional, El Sol, entre otros. 

Fue un guerrero de la lucha contra el narcotráfico en el país, formó parte del equipo que organizó la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), dónde llegó a ocupar la Dirección de Prensa de esa institución; de igual modo, fue Relacionista Público de la Dirección Central Antinarcóticos (DICAN) de la Policía Nacional.

También se desempeñó como asesor en materia de drogas del Senado de la República y asistente de varias jefaturas de la Policía Nacional; con alto afecto y compromiso de amistad con los  Generales Castro Castillo, Guerrero Peralta, Guzmán Fermín, Polanco Gómez, Sánchez González y Nelson Rosario, entre otros. 

Un luchador incansable que aún en la agonía del quebranto de salud (Mal de Parkinson) me decía las cosas pendientes en agendas, con planes y proyectos que irían en beneficio de la comunidad. Siempre tuvo una visión clara del escenario político dominicano. 

El 27 de septiembre del 2018 falleció Rafael G. Santana, mi amigo, padre y profesor de vida. Estaré eternamente agradecido de tus invaluables enseñanzas.

jpm-am

ALMOMENTO.NET publica los artículos de opinión sin hacerles correcciones de redacción. Se reserva el derecho de rechazar los que estén mal redactados, con errores de sintaxis o faltas ortográficas.