A casi veinte años de la adhesión dominicana al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Centroamérica (DR-Cafta) y a punto de que en virtud de ese convenio ingrese al país arroz estadounidense amparado en arancel cero, Gobierno y sector arrocero despiertan convulsos al ver al lobo cerca del rebaño.
Sin olvidar que al rubricar ese acuerdo comercial se advirtió sobre el riesgo que conllevaba para la supervivencia de la agropecuaria, debería hoy advertirse que no hay espacio a lamentos, sino urgencia de identificar vías de solución o alivio a un problema que amenaza con diezmar a un cultivo agrícola emblemático.
Sería tan peligrosa, como pretender vestir al lobo de cordero, la fórmula planteada por la Unión Arrocera Dominicana (UAD) de promover un “entendimiento político al más alto nivel con Estados Unidos” al margen del DR-Cafta, para preservar la producción y el mercado arrocero.
Desde antes de la creación en 1994 de la Organización Mundial de Comercio (OMC), prevalecen prácticas desleales en el comercio internacional, como dumping (precios artificialmente inferiores), subvenciones otorgadas por los gobierno a sus productores, así como aplicación de restricciones no arancelarias para generar ventajas competitivas.
Las importaciones de arroz libre de arancel afectarán severamente a la producción nacional porque el Departamento de Agricultura de Estados Unidos subvenciona a productores de ese país para estimular o desestimular la siembra, por la ventaja tecnológica que posee y por el elevado volumen de su producción.
Hace casi 30 años que en las negociaciones para la creación de la OMC, un grupo de rubros dominicanos quedaron en riesgo de quiebra, entre ellos azúcar, pollo, arroz, ajo, maíz, habichuela y leche, por lo que fue necesario que el Gobierno solicitara una rectificación técnica que logró restablecer arancel y cuotas sobre las importaciones de esos productos.
República Dominicana esta compelida a proteger en cualquier terreno la producción agropecuaria y la garantía alimentaria, hoy en peligro de ahogarse en el tsunami proteccionista de las grandes economías
Cualquier vía de negociación con Estados Unidos debería debe mantenerse en los linderos jurídicos de la Organización Mundial del Comercio, que prohíbe subsidios ilegales y otras prácticas desleales de comercio, base legal para reclamar la extensión de aranceles y cuotas sobre importaciones de arroz y de otros cultivos o productos agropecuarios objeto de competencia desleal.
Mal haría el Gobierno que en medio de la desesperación por evitar el colapso de la industria arrocera nacional, inclinara las rodillas ante Washington en la articulación de algún acuerdo indigno que comprometa escenarios esenciales de la soberanía nacional.
