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Los grupos populares que acostumbran hacer llamados a paros en pro de reivindicaciones sociales, deberán revisar sus estrategias de lucha, evolucionar. Esa es la conclusión ante la reducida acogida que tuvo la convocatoria a una huelga en el Cibao. Ni siquiera tuvo mayor repercusión en San Francisco de Macorís, históricamente punto focal de esos movimientos. Al parecer la gente está cansada de esas paralizaciones y sus efectos en la economía y la actividad diaria en general, aún simpatice con algunos de los puntos del pliego de demandas. Las reivindicaciones, valga decir, son muy sentidas y se justifican, pero no siempre factibles de atenderse en la medida requerida.
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