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acosado y atacado junto a una falacia histórica (1 de 2) –


Recientemente la prensa mundial ha registrado la mayor confrontación bélica desde el 2014, entre el Estado de Israel y el llamado «gobierno» de la Autoridad Nacional de Palestina, encabezado por Mahmud Ridha Abás, reo y títere en funciones de  las organizaciones terroristas árabes enquistadas en la Franja de Gaza, entre las cuales están la Yihad Islámica Palestina, el grupo terroristas  Hamás «entusiasmo y fervor» en árabe que es un acrónimo  de «Harakt al-Muqáwama al-islamiya (Movimiento de Resistencia Islámico) y, las milicias de Ezzeldin Al-Qassam.

Las chispa que encendió las tensiones, fue la decisión de una corte inferior de Israel en el sentido de que las casas y terrenos ocupados por unas familias árabes en el conocido y popular distrito de Sheij Jarrah, ubicado en la parte oriental de la ciudad santa de Jerusalén.  Esta decisión había sido apelada por los árabes afectados y, como se presumía que la referida sentencia iba a ser convalidada por el Tribunal Supremo a partir de los aprestos policiales que se llevaron a efectos en torno a la Puerta de Damasco, se originaron las protestas que aprovechó Hamás que siempre está a las espectativas para como se dice «pescar en río revuelto».

No sé si los amables lectores se habrán dado cuenta, que yo casi nunca uso el término «palestino» al referirme a los habitantes de la Franja de Gaza. Eso tiene una razón histórica del porqué y prefiero llamarles correctamente como los que son: árabes marginados por sus propios congéneres. Más adelante les doy las razones.

Sucede que como humanos, casi siempre nos vemos compelidos ha identificarnos desde el punto de vista social, político y económico con los más débiles o desvalidos, lo que de manera eufemística se les llaman «los chiquitos». Pero, no siempre eso es una verdad inmutable en el campo político ya que, en el juicio de valores que hacemos incide más la subjetividad que lo objetivo y ambas cosas no son iguales. La objetividad se basa en hechos reales y verificables dictaminando juicios imparciales y sin prejuicos.

En cambio, la subjetividad es condescendiente con lo subjetivo que forma parte de los sentimientos y deseos particulares, lo cual afecta la decisión justa al estar contaminada de prejuicios e identificaciones ideológicas, sociales o políticas. Usando un viejo dicho: «no todo lo que brilla es oro» aunque luzca aparentarlo.

Y precisamente, esa historia de los «desvalidos y los chiquitos» frente al Estado de Israel, es la imagen que los grupos terroristas les han vendido al mundo, presentando a los Hijos de la Estrella de David como «los malos y el Goliat» que están «acabando con un pueblo indefenso y cuyas tierras les pertenecen». A simple vista así parece pero, la realidad histórica y la génesis del conflicto que se remonta a miles de años atrás, es otra muy diferente. Esa historia es la que yo quiero reseñar porque la verdad es como el corcho: por más que lo sumergen siempre sale a flote.

Sinopsis del área del conflicto

La Franja de Gaza es un angosto pasaje de terreno, con un área total de 360 Kms. que comparte 51 kms. con el lado sur de Israel y otros 11 Kms. con la Península del Sinaí que es de Egipto. En la llamada Guerra de los Seis Días (1967), el Estado de Israel enfrentó a una colisión de naciones árabes formadas por: Egipto, Siria, Irak y Jordania, a los cuales derrotó y, como es natural, apoderándose los israelíes en buena lid de los territorios de Cisjordania, la Franja de Gaza, Jerusalén Este, la Península del Sinaí y los Altos del Golán.

Toda nación que va a la guerra y más aún, provocándola como fue el caso de la coalisión de la República Árabe Unida (Egipto, Siria, Irak y Jordania) en contra de Israel, saben muy bien que se exponen a tener muertos entre militares y civiles, una distorsión de la economía, destrucción en las ciudades envueltas en el conflicto y, por demás, a sufrir  pérdidas o posesiones territoriales.

La contundente derrota por parte de Israel en contra de la coalisión árabe fue tan aplastante que, a pesar de ser una nación más pequeña, de menor población y de estar rodeada de enemigos, le ocasionó a los árabes unos 24 mil muertos, más de 5 mil prisioneros, unos 45 mil  heridos y más de 400 aviones destruídos, aparte de la toma de los territorios más arriba indicados. Israel fue provocado (como casi siempre) y este fue el menudo que le devolvió a sus enemigos ancestrales. Las bajas de Israel comparadas con la de los árabes fue mínima: unos 700 muertos, 2 mil 500 heridos y una decena de prisioneros.

Las organizaciones árabes: terroristas inmorales

El Estado de Israel no obstante sus triunfos militares, ha sido generoso con sus enemigos y por esa razón, le devolvió a Egipto su trofeo de guerra obtenido con la Península del Sinaí; aceptó las negociaciones en el Acuerdo de Oslo y lo establecido en la Resolución 180 de la ONU y permitió el status de los árabes en la Franja de Gaza, obviamente, sin bajar la guardia y estar a la defensiva por su situación de estar cercada por naciones hostiles. Por esa razón y consciente del peligro por su cercanía con Israel,  controla a la población radicada en Gaza por aire mar y tierra, porque Israel es celoso y un valiente defensor de su soberanía, su pueblo y la patria establecida

 Israel como Estado fue fundado el 14 de mayo de 1948 pero, como pueblo es milenario y así lo confirma la historia. Y mientras sus enemigos solo buscan la confrotación, atacarlo, destruirlo y, como dijera el expresidente de Irán Mahmud Ahmanidineyad: «A Israel hay que borralo del mapa», convirtió unas tierras áridas en unas tierras altamente productiva; ha dado una cantera  de científicos, literarios, políticos y  prestigiosos médicos con notables procedimientos curativos en diversas patologías.

En apenas 78 años como nación reconocida, es la más desarrollada al sur de Asia, con una economía envidiable, una tecnología bien avanzada y es autosuficiente en la  producción de alimentos. Ni qué decir de su tecnología militar, el poderío letal de su ejército y su temida fuerza aérea, una de las más precisa y demoledora que surcan los cielos en el mundo.

 Mientras esto sucede con un Israel que avanza, es productivo y con un alto despliegue tecnológico e indutrial, los terroristas de Hamas gastan recursos construyendo túneles, fabricando cohetes y comprando armas para una lucha estéril en sus pretensiones de acabar con el pueblo de Dios. Entretanto , sus propios ciudadanos sufren carencias, falta de trabajos, viviendas, comida y los mínimos servicios que todos los  ciudadanos deben  recibir de sus autoridades que los gobiernan.

En días reciente, el mundo ha visto con asombro, como una andanada de más de 2 mil 500 cohetes fueron lanzados en contra de la población israelí, buscando con ello causar el mayor daño posible a la población civil. Pero, lo indignante de esto por parte de Hamás, es que sus plataformas de lanzamientos de los cohetes están diseminadas en los barrios populares de Cisjordania, buscando con ello dos cosas: la primera, tratar de evitar que Israel le responda al tener como escudo a sus propios ciudadanos muchos de ellos inocentes del peligro que eso representa y, lo segundo, es que en caso de que Israel dispare, caigan muchos ciudadanos incluyendo niños, para entonces exhibirlo al mundo como prueba del «genocidio y la masacre de Israel. Algo perverso, poco ético e inescrupuloso por parte de Hamás.

Los terroristas saben muy bien que, cuando cae un ciudadano de Israel, este no se detiene ante nada para castigar a los culpables. En el caso de los ataques desde Cisjordania, Israel lanzó una ofensiva tratando lo más posible de hacerlo de forma quirúrgica, atacando los edificios, plataformas y casas de los terroristas, aunque obviamente, es imposible controlar los daños colaterales por más certeros que se hagan. Yo me pregunto: ¿acaso no valen los dos infantes israelí muertos por los cohetes de Hamás o solo las de los niños árabes hay que destacar? Lo justo sería que esto nunca sucediera, pero en las mentes asesinas y llenas de odio de Hamas, eso les importa poco.

Más que «suerte» lo es divino

Ya en el epílogo de esta primera parte, me dirijo a los lectores y les pregunto: ¿cómo es posible que a lo largo de la historia, primero como pueblo judío esparcido por el mundo por desobedecer a Dios y, luego como el Estado de Israel, haya vencido siempre a sus enemigos? ¿Coincidencia, suerte o la protección de Dios?

Los conflictos con Israel en el discurrir de la historia han sido una realidad desde tiempos milenarios. Y así, de una manera precisa e inexplicable desde la lógica humana, pero no desde la visión de la bendición divina, el pueblo de Israel ha logrado vencer y nunca doblegarse frente a sus enemigos que han sido muchos. Vencieron a los faraones en Egipto, a los amalecitas, moabitas, amonistas, a los filesteos, a los asirios, al imperio de Babilonia, al imperio romano, al persa y más reciente, sobrevivió a la persecusión de la Alemania nazi de Adolfo Hitler Pöz, el cual eliminó unos seis millones de judíos.

 Todos ellos forman parte ya de la historia y el pueblo de Israel hoy con más presencia en el escenario del mundo como nunca y ya como un Estado rconocido. No es coincidencia que después de dos mil años de exilio, el pueblo judío haya sido restaurado en la tierra prometida por Dios a los descendientes de Abraham como se profetizó en La Biblia: «La tierra que he dado a Abraham y a Issac, te la daré a ti y a tu descendencia después de ti» (Génesis 35:12)

En la próxima entrega (2) le daré la visión de la historia donde se demuestra que Palestina como pueblo o nación nunca existieron en la historia a diferencia de Israel.

 



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