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Cosas de San Cristóbal: El reclamo a las tierras de Trujillo (1962-1964) | AlMomento.Net


Antes de arrancar con nuestro trabajo de esta fecha, reproduzco este párrafo de la obra de don Héctor Pérez Reyes,  Mis Dominicanos. Esta parte corresponde al capítulo donde el autor retrata su amistad con don Benjamín Uribe Benzant y su tiempo. Veamos:

“En San Cristóbal vivían mis abuelos paternos. Papá Purrú, quien durante casi toda su vida fue Notario Público de esa comunidad, murió antes de que yo pudiese recordarlo. A mamá Altagracia si la tengo nítida y en detalles, pues en vacaciones pasé semanas con ella en su casa, mujer dura, de más de doce hijos, quien hablaba fuerte y con dulzura y decía la verdad: “Aquí todas las familias tienen un solar en el pueblo y un pedazo en el campo. Ahora le (a Trujillo) están vendiendo los del campo y los del pueblo también. El paga bien, pero esos cheles se acaban. Purrú les hacía siempre sus documentos a todos los campesinos que tenían sus cercas o sembrados, aunque fueran grandes. Hoy eso les sirve para poder vender a  Trujillo, porque me dicen que él no mira  tierras, sino papeles y bien hechos.”

(HECTOR PEREZ REYES)

A poco tiempo de desaparecer el autoritario gobierno de Rafael Trujillo Molina, empezaron a surgir en los espacios de opinión pública de la Nación, denuncias de familias y personas en particular reclamando al gobierno de la época, el Consejo de Estado, la devolución de inmuebles -casas y terrenos- que los interesados alegaron les fueron indemnizados a precio vil estas propiedades, por parte de miembros de la dictadura recién finalizada.

Resultó sorpresivo que también en el pueblo natal de Trujillo, San Cristóbal, se hicieron sentir estas denuncias por parte de antiguos agricultores y ganaderos o sus relacionados, quienes expusieron haber sido conminados a desocupar sus predios agrícolas para que así el gobernante pudiera conformar sus tres grandes haciendas en los alrededores del poblado de San Cristóbal: Fundación, Borinquen y María; así como también, solares y terrenos en la población para la ampliación o ensanchamiento del casco urbano de nuestra ciudad.

Aquí, y en este momento volvió a fragmentarse gran parte de la sociedad sancristobera; porque los notarios y agrimensores que trabajaron en las mensuras y legalizaciones de las operaciones comerciales inmobiliarias que se llevaron  a realización, siempre afirmaron que todo aquello ocurrió en santa paz, de buena fe y que dichos predios fueron debidamente tasados y resarcidos sus dueños a los precios vigentes de la época, en cada caso, y dentro de una atmósfera de caballerosidad y comprensión mutuas.

Mario Read Vittini

La parte contraria, o los que formaron el núcleo de reclamantes, como se autonombraron los querellantes, no quedaron conformes con este planteamiento de los notarios y en todo momento ripostaron, manifestando que habían sido coaccionados, inducidos y presionados para traspasar sus predios, en el tiempo de la dictadura, sin ser razonablemente indemnizados.

Dejemos aquí, por ahora, estas dos opiniones y prosigamos para ver cómo fue desenvolviéndose este inconveniente.

CONSEJO DE ESTADO

A comienzos del año 1962, enero o febrero, y siendo gobernador civil de la Provincia de S.C. el empresario agropecuario señor Pedro Néstor Uribe Albert, don Titín Uribe, suegro del doctor Sócrates Barinas Coiscou, principal dirigente político gobiernista para esta fecha, en nuestro pueblo, recibe en su despacho a una numerosa comisión de agricultores y ganaderos, cercana a seiscientas personas, reclamando ser reconocidos como los legítimos y únicos propietarios de los terrenos y parcelas que componían, en gran parte, las haciendas Fundación, Borinquen y María, que como antes dije, ellos alegaban fueron persuadidos, etc.,etc. ….

Y en esta ocasión, los agricultores entregaron una carta al gobernador Uribe Albert, que previamente fue leída por el señor César Nivar Pérez, en presencia del público presente y los reclamantes. El gobernador, al recibirla, dijo que esperaba de todos los interesados, cordura y un poco de paciencia y que él personalmente llevaría el mensaje a la Presidencia de la República. Dicha carta fue entregada por los señores Manuel y Rafael Aliés Ruíz, Bienvenido, Raúl y Salvador de León Valdéz, Ramón Rivera, César Nivar Pérez, Renato Pereyra Seijas y Manuel Ramón Rivera y Rivera, quién como locutor de profesión, además, hizo de presentador o moderador, rogando con mucha emotividad, calma y esperanza en estos requerimientos a todos los presentes.

Al transcribir un párrafo de esta carta-exposición, en cierto modo exagerada, veremos la desesperación que embargaba a esta gente, que hasta llegaría al extremo de desafiar al gobierno: “Esperamos todos nosotros y la municipalidad entera de S.C., que el señor Gobernador Civil de la Provincia sea intérprete de su sentir ante el Honorable Consejo de Estado que se ha mantenido indiferente ante nuestros reiterados y justos llamados, para que esas tierras nos sean devueltas con la urgencia que debe darse a un reclamo para la supervivencia de un pueblo que durante treintiún años se ha consumido en la más completa miseria…con la advertencia, además, que este pueblo que hasta este momento estuvo en la creencia de que no serían necesarios estos pasos para obtener de nuevo su felicidad y absoluta libertad, está dispuesto a  hacerse justicia por sus propios medios para la consecución de estos nobles y humanos ideales”.

Rafael L. Trujillo

Más luego, en marzo de ese mismo año, cuando todos los sancristoberos, por medio de una firme protesta de tres días, impedimos el tránsito de vehículos por el Sur del país, a causa de injustificados abusos que estuvo cometiendo el Consejo de Estado, en contra de San Cristóbal, solo por ser el lugar de nacimiento del Generalísimo, vino a nuestro pueblo el Secretario de Interior y Policía, don Ángel Severo Cabral Ortíz, acompañado por el Procurador General de la República, don Antonio García Vásquez, para dialogar, desde el balcón del Casino de San Cristóbal, con los dirigentes y miembros de la citada asociación agropecuaria, reunidos todos en la avenida Constitución. Pero, como la población estaba en huelga, exaltada y desconfiada, todas las argumentaciones de las que hizo uso este señor fueron no creídas, rebatidas, y hasta burladas por nuestra gente. Este señor, malhumorado por el asedio al que estuvo sometido, sudoroso e irritado, en un momento de ahogo emocional, estalló, cuando irónicamente, nos dijo:  Y si ustedes necesitaban tierras, ¿porqué no se las pidieron a Trujillo?.

Amable y paciente lector, el sonoro abucheo que se escuchó ahí todavía retumba en mis oídos. Y naturalmente, la reunión terminó en ese preciso instante, por dicha expresión y no arrojando ningún resultado positivo.

De aquí en adelante, se presentó un largo interregno en el cual las protestas estudiantiles, sindicales y políticas que se sucedían en el país, en su gran mayoría, más la que estamos recordando ahora, entraron en receso, para dar paso a la campaña electoral; la primera como tal que tendríamos. Y esto y aquello, constituyó un deseado respiro para el gobierno provisional que nos regía, el cual quiso dejar como herencia al candidato que sería votado mayoritariamente en las urnas electorales de diciembre, la búsqueda de respuesta a todos o, a gran parte, de los problemas que se les presentaron durante su ejercicio, incluyendo éste de San Cristóbal.

Vinieron las tan esperadas Elecciones y todos conocemos los resultados. El nuevo gobernador de la Provincia, don Luís Elpidio Pérez, recibió varias comisiones de agricultores sin tierra y en todo momento les prometió que tan pronto el gobierno asumiera el proyecto de asentamientos agrarios, los agricultores de esta provincia serian tomados en cuenta inmediatamente, “porque tierra para trabajar es lo que más tenemos, no se desesperen”.

En septiembre de ese año 1963, el gobierno del Presidente Bosch fue reemplazado por medio a una asonada cívico-militar y con ello retornamos a la inestabilidad política que afectó toda la vida y desenvolvimiento ciudadano que experimentamos después de la muerte del Generalísimo.

EL TRIUNVIRATO

En el nuevo gobierno conocido como el Triunvirato, un ilustre y querido hijo de S.C., el doctor Mario Read Vittini, fue nombrado Secretario de Estado de la Presidencia, y éste llevó como gobernador Civil de S.C. al también no menos ilustre y querido don Felipe Parra Pagán, identificados y comprometidos ambos con el reclamo de los agricultores. Entre los dos se creó un laborioso y armonioso equipo para trabajar por la devolución de los terrenos agrícolas a sus antiguos dueños.

El edificio de la Gobernación se convirtió entonces en un hervidero diario de personas, entrando y saliendo, portando documentos relativos a sus propósitos. Vinieron reclamantes de la hacienda María, provenientes de Nigua, Boca Nigua, Playa de Najayo y Cambelén, además.

Hasta que, en el mes de abril de 1964, en un concurrido acto celebrado en el antiguo Estadio deportivo municipal, con la asistencia de las principales autoridades de la nación, fueron retornadas estas tierras a sus originales propietarios.

Las generaciones de sancristoberos actuales y las que vendrán estarán en la obligación de tener presente la ingente labor de estos dos grandes hijos de S.C., quienes sólo aceptaron las posiciones públicas que asumieron, conscientes en todo momento de que podrían buscar la solución a este inconveniente y porque estuvieron únicamente preocupados por el bienestar, progreso y hermandad de sus coterráneos.

Mario y Felipe les restituyeron sus predios agrícolas a todos los reclamantes, como una manera de darle a S.C. más trabajo, paz y armonía, obviando consideraciones de tipo legal o de otra índole, hasta política.

Ambos tuvieron participación activa, además, en otros acontecimientos importantes ocurridos en nuestro pueblo, como fueron la dirección del movimiento o protesta que llevamos a realización para que el Consejo de Estado no degradara a S.C. a la categoría de común o municipio de Peravia (Baní).

Otra participación importante asumida por ellos fue la creación de la zona franca o parque industrial en las instalaciones de la antigua Armería, y, por último, y no menos importante, la actitud de vanguardia que en todo momento mostraron con respecto a la obtención de mayores controles por nuestros ayuntamientos de la extracción minera en nuestras canteras y arenales.

(En recuerdo y agradecimiento a estos dos grandes sancristoberos ya idos: Mario Read Vittini y Felipe Parra Pagán).

JPM

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