Cuba experimentó el domingo la mayor manifestación contra el gobierno desde 1994, cuando la población también protestó en las calles por las mismas penurias económicas de hoy, entonces derivadas del “Periodo Especial” impuesto por el régimen después del derrumbe de la Unión Soviética.
Igual que hace 27 años, las autoridades cubanas acusan a Estados Unidos de recrudecer el embargo económico para asfixiar a la isla y promover un estallido social, por lo que el presidente Miguel Díaz-Canel llamó a los revolucionarios “a tomar las calles y enfrentar a los provocadores”.
En una comparecencia por televisión ayer, el mandatario admitió que la isla sufre desabastecimiento, crisis galopante y prolongadas interrupciones del servicio eléctrico, además del peor brote de la epidemia del coronavirus, pero exigió a Washington levantar el bloqueo si de verdad le interesa el bienestar de Cuba.
Durante más de 60 años el pueblo cubano padece los efectos del bloqueo económico de Estados Unidos que ha sido agravado con la ley Helms- Burton y otras 183 medidas ejecutivas aplicadas por el presidente Donald Trump, pero La Habana se acomodó a la Guerra Fría y a la ayuda económica y militar de la antigua URSS.
Washington adolece de un profundo déficit moral para llamar la atención al gobierno cubano porque ha promovido un cerco financiero y político que ha causado tanto daño como el que enrostra a ese régimen que tampoco parece entender que la libertad ciudadana está por encima del capitalismo y del socialismo.
El comandante Fidel Castro ni su sucesor en el Poder pudieron entender que desde 1959, el mundo ha experimentado cambios profundos en los órdenes económico, social y político, por lo que, sin extraviar su génesis, la Revolución ha debido adecuarse a nuevas realidades geopolíticas, como lo hizo Vietnam y la propia China Popular.
A lo largo de más de seis décadas de poder absoluto, el Partido Comunista Cubano no ha podido instalar la «Dictadura del Proletariado” que refirió Lenin, porque, penosamente, en lo que ha devenido el régimen es en una dictadura de burócratas que oprimen a los trabajadores.
La Revolución abolió a la burguesía como clase gobernante, pero en la isla se ha creado una nueva claque social privilegiada compuesta por los que pueden acceder a las tiendas de abastos donde sólo se aceptan dólares o euros. Sin negar los grandes logros alcanzados por esa isla, parece llegado el momento de que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba.
