Arribamos hoy al mes de diciembre, el último del año, el que por tradición es sinónimo de alegría, de compartir en familia y de fiestas, lo que estuvo opacado para esta fecha en 2020 por las limitaciones de la pandemia de la COVID-19 y por el toque de queda.
Fueron tales esas restricciones que hasta el último momento estuvo pendiente saber si la tradicional cena se convertiría en almuerzo, mientras que resultó prácticamente imposible esperar en grupos, como es costumbre, el “cañonazo” que da la bienvenida al nuevo año.
Cada cual se las ingenió entonces para celebrar a su manera y a su medida, pero para este diciembre apunta a que será diferente pese a que la pandemia no ha cedido por completo y aunque se tendrán que observar los protocolos convenidos.
Entramos también a un mes de tragedias, en el que por imprudencia y desenfreno de conductores y de gente que desprecia la vida, se registra el mayor número de víctimas fatales por siniestros en el tránsito.
De todas maneras, no deja de ser el mes más singular por encerrar fechas significativas que se aguardan con emoción, como Nochebuena y el día 31, a la espera del año que comienza.
Es el tiempo, además, que acrecienta las expectativas de cosas buenas y nuevas, y el de mayor circulación de dinero por el sueldo número 13 y bonificaciones y programas especiales, tanto del Gobierno como del sector privado.
Nuestra opinión particular y nuestra esperanza como diario es que, respetando las creencias y derechos de cada quien, hagamos durante este mes una celebración con apego a la tradición cristiana al conmemorarse el período de advenimiento del niño Dios, que llegó a este mundo sin ostentación, en un pesebre, símbolo y mensaje de la humildad.
Como siempre, aconsejamos no estar en el “medio” si no es necesario, pedimos prudencia al conducir y evitar excesos en comidas y bebidas.
Aunque apena decirlo, eso es precisamente lo que menos se exhibe en diciembre, un mes que para muchos es la oportunidad para el ¡Alegre vengo! y el ¡Ábreme la puerta!
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