La excitante victoria de anoche contra México de las Reinas del Caribe, para alzarse con el oro de la Copa Panamericana de Voleibol Femenino de manera inmaculada al no haber perdido ni un set, ha reafirmado algo que por frecuente es casi rutina: que una mayoría del pueblo es capaz de unirse alrededor de eventos en apariencia ajenos a sus vicisitudes y a su diario trajinar.
Incluso, no resulta aventurado decir que el que no es dominicano es incapaz de entender el fervor patriótico con el que nos pasamos la última semana pujando cada jugada de esas muchachas.
Enronquecer vitoreando a las reinas es timbre de orgullo pues se trata de triunfos que vemos como algo nuestro, que nos pertenece y que despierta un sentimiento que no puede entender el que no conoce que existe lo “dominicano” y un “alma nacional”.
La presea de oro en esta Copa Panamericana, una más en su excelso desempeño y que sirvió de escenario para reflejar la idiosincrasia del criollo, tiene de particular que se produce ante su público que ansiaba verlas y, además, porque garantiza el pase directo a los Juegos Panamericanos de 2023 a disputarse en Chile.
También porque se produce en pleno tránsito hacia la integración de nuevas caras a la selección, para combinar lo mejor de lo viejo con lo nuevo, con lo que se garantiza de que habrá Reinas del Caribe para rato y se encaminarán con pasos firmes hacia la otra gran meta: París 2024.
Los triunfos de las Reinas del Caribe han internacionalizado la calidad de nuestras voleibolistas, muchas han sido contratadas para reforzar equipos de diferentes ligas del mundo, lo que las mantiene en constante competencia.
Al margen de fanatismos y pasiones deportivas, lo resaltante es que el nuestro es un pueblo que ama lo suyo con pasión, y que con este éxito de las indiscutibles reinas, otra vez se puso de manifiesto el amor por el terruño y la emoción de ser dominicano de verdad.
La meta ha sido cumplida con una medalla acaso más importante que el oro conseguido: El orgullo de haber reafirmado que la República Dominicana es auténtica y grande.
