Elvis Valoy
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Este 16 de noviembre se conmemora el 17 aniversario de uno de los economistas que más pasión y odio ha levantado en la historia reciente de la humanidad: Milton Friedman. Premio Nobel de Economía en 1976, el pensador desarrolló un conjunto de tesis que persiguió infructuosamente refutar las de John Maynard Keynes.
Continuador de la obra de Friedrich Hayek y su Catalaxia, en donde el mercado adquiere categoría de tótem, Friedman aseguró que solo las operaciones de compra y venta conllevan a la libertad de las personas.
El profesor de la Universidad de Chicago sustentó su teoría en base a los vaivenes de la moneda, que al final lograba equilibrar las sociedades.
Milton Friedman sostuvo tajantemente que la monstruosa crisis del 1929 fue mal manejada por las autoridades estadounidenses. Sus nociones económicas conquistaron adeptos, pero esos puntos de vista en la práctica, tuvieron desastrosos resultados.
En su obsesión por el «dejar hacer, dejar pasar» nunca evadió sus simpatías por la legalización de la prostitución, radicales procesos privatizadores, la contratación de obreros extranjeros y el consumo de drogas.
El primer «laboratorio» utilizado para verificar las absurdas propuestas de Friedman fue el Chile del dictador Augusto Pinochet, país que el financiero nacido en Brooklyn visitó durante la sanguinaria tiranía.
Los planteamientos del ideólogo de los Chicagos Boys demostraron nuevamente su incapacidad y la nación de Pablo Neruda terminó desmarcándose de las ideas derrotadas del acaudalado hombre de las finanzas y el gran capital.
Los posteriores conflictos ocasionados en el capitalismo terminaron de hundir el pensamiento friedmanniano, pues los desmanes que genera el radical «libre mercado» son subsanados por los Estados. Ya lo fotografió Eduardo Galeano con una cita que es una verdad incuestionable de la realidad cuando dice que: «Las ganancias se privatizan y las bancarrotas se socializan».
