Para apaciguar Haití, la República Dominicana, como el país más afectado por la violencia e inseguridad en el lado oeste de la isla, debe involucrarse abiertamente junto a otros países de la región y ofrecer su apoyo irrestricto a la policía haitiana. Esto permitirá que esta pueda detener de manera efectiva y permanente los crímenes y secuestros cometidos por las bandas delictivas contra el pueblo.
Si alguien debe y puede detener esta vorágine, son los propios haitianos. Sin embargo, ninguna autoridad ha sido elegida democráticamente, y tampoco disponen de recursos suficientes para enfrentar a los malhechores.
Estos, por otro lado, sí cuentan con apoyo del narcotráfico, lo que perpetúa un conflicto que afecta política y económicamente a sus vecinos y amenaza con extenderse a toda la región.
Es hora de dejar de ignorar la situación y de abandonar la política de ultranacionalismo. Tenemos a un pueblo hermano que necesita nuestra ayuda, tal como ha ocurrido muchas veces a lo largo de nuestra historia cuando se trata de enfrentar enemigos o problemas comunes. Queramos o no, la isla es una e indivisible, y lo que sucede en un lado repercute en el otro.
Sería mejor entrenar los policías haitianos
Con la llegada de elementos subversivos como Guy Philippe, existe el riesgo de que los pocos policías armados se enfrenten entre sí o se unan en una coalición para derrocar a Ariel Henry, lo que podría instaurar el caos en todas las instituciones.
Mi opinión es que los policías kenianos, a pesar de su buena voluntad, solo pueden ofrecer una intervención con resultados de menor impacto a los obtenidos tras trece años de intervención de la MINUSTAH.
Los 500 millones de dólares disponibles actualmente son suficientes para equipar y entrenar a un número significativo de policías haitianos y ofrecer apoyo logístico y táctico de nuestros militares y policías en campamentos provisionales en este lado de la frontera. Además, plantear la construcción de una megacárcel en la isla de Gonaïves.
Los objetivos de esta misión son eliminar las bandas criminales, instaurar una junta provisional (de carácter autoritario según las circunstancias), que reforme la constitución de gobierno parlamentario a presidencialista, y organice elecciones en 12 meses.
En lugar de demandar reiteradamente una intervención de otros países, debemos ser más proactivos. ¡Sí se puede!
