De repente, el saldo de trabajadores de la salud contagiados de coronavirus ha llegado a 1,164, poniendo en evidencia el estado de vulnerabilidad de las tropas que están en la primera línea de lucha contra el Covid.
Hasta el 30 de mayo, las bajas no eran tan constantes ni pronunciadas. En 14 meses de lucha rondaban los 900, pero bruscamente la tasa se disparó y sube por decenas en las últimas semanas pese a que esos trabajadores fueron los primeros inmunizados.
Más allá de este factor que diezma el frente más importante en el combate por salvar la vida a miles de dominicanos que cada día caen en las redes del coronavirus, está el del agotamiento de médicos y enfermeras trabajando tiempo extra por fuerza de las circunstancias.
Pese al blindaje emocional con que profesionalmente abordan los casos críticos, las angustias de los familiares y las agonías de los que irremediablemente están en trance de morir en las unidades de cuidados intensivos, los médicos, enfermeras y auxiliares también son impactados por la insuficiencia de insumos y camas para hacer frente a la pandemia.
Prácticamente mal remunerados y poco reconocidos, estos héroes de la patria también han aportado sus muertos y contagiados en plena lucha contra un enemigo que no cesa de atacarnos, pero que suele cebarse en los centenares que lo desafían a diario al descuidar las medidas de protección o al elegir las francachelas callejeras en medio del toque de queda.
Por suerte, la vacunación ha estado concitando el apoyo de la ciudadanía. Justo lo que necesitamos para restarle campo de acción y de ataque al coronavirus.
Ahora nos toca salvar a quienes nos salvan.
