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Comerciantes haitianos participaron ayer en el tradicional mercado binacional de Elías Piña para vender y adquirir mercancías.
A pesar de las tensiones entre los dos países por la canalización en Haití del río Masacre el intercambio comercial se desarrolló en armonía. Pero con el cierre de la frontera dispuesto por el presidente Luis Abinader no se sabe cuándo se reanudará un intercambio que beneficia más a los haitianos que a los dominicanos.
La JAC agregó la suspensión de los vuelos de carga y pasajeros desde y hacia Haití.
El Gobierno haitiano ha preferido castigar a sus pobladores antes que detener una obra privada, que beneficia a una reducida minoría.
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El canal no se construye para fomentar la producción agrícola, sino para vender el agua a los agricultores. Resulta un tanto inexplicable que con una crisis tan aguda como la que azota a su país el primer ministro Ariel Henry prefiera un conflicto y no la armonía con un vecino que por demás ha sido tan solidario.
Henry parece un reo de grupos económicos. Cumplido el plazo que se le otorgó y ante el fracaso de las negociaciones Abinader decidió cerrar la frontera y suspender el visado a los haitianos para ingresar a República Dominicana.
Que Haití sea uno de los principales socios comerciales del país no es óbice para reivindicar la soberanía y hacer respetar los tratados bilaterales.
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